domingo, 26 de diciembre de 2010

EL FÚTBOL COÑO !!

Me encuentro con Vanesa después de andar peleados durante dos meses, como siempre, todo ha sido mi culpa, no debí abandonarla en el hotel mientras quería contarme sus problemas, es que no comprendo porque, si no se cómo resolver mis propios problemas, puedo perder el tiempo escuchando problemas ajenos. Vanesa me mando al demonio y no tuve mejor decisión que abandonar la habitación, mientras ella soltaba insultos a su regalado gusto.

Pero hace días que me ha llamado, me dice que necesita verme, que solo yo puedo entenderla, me pide encontrarnos en el mismo hotel donde peleamos la última vez. A mí me gusta ese hotel, porque el dueño nos da una de sus mejores habitaciones, alegando que somos sus clientes favoritos, yo sospecho que ese viejo verde quiere ligarse a Vanesa, pero no se lo digo porque eso implicaría que ella escoja otro hotel y no obtendríamos los mismos privilegios. Así que guardo silencio por conveniencia.

Compramos unas cervezas y ponemos el MTV en el televisor, subimos el volumen para que nadie escuche nuestros ruidos, hacer el amor con aquella mujer siempre es grato, pareciera que cada vez es alguien distinta, nos reinventamos en la cama, pero después de los orgasmos seguimos siendo los mismos miserables que han llegado a aquel lugar solamente en busca de placer en compañia. Después de tres colisiones carnales, yo tomo el control remoto y busco el canal de deportes, aquella tarde se estaba jugando la final del torneo nacional, Vanesa me recrimina, me pide que me vista y la acompañe a las tiendas del centro a comprarse algo de ropa. Yo ni loco aceptaría nuevamente acompañar a una mujer a comprar ropa, es una tortura total, ver como se prueban de todo y nada les gusta, preguntar precios, colores, tallas, marcas, y que nada les guste, realmente es imposible entender porque lo hacen. Tuve que negarme rotundamente, yo ya no vuelvo a pasar por esa calamidad.

Vanesa me ha dejado solo en el cuarto, una vez más se ha ido lanzándome insultos, maldiciendo el momento en que me llamo al celular para volvernos a ver, en el fondo me siento apenado en como la trato, si ella supiera que cada vez que le hago un desplante termino escribiéndolo, seguro que me odiaría más de lo que ya me odia hoy. Pienso que un día ella me abandonará para siempre, se cansara de mis rarezas y borrara mi número de su agenda, o simplemente encontrara a alguien mejor y me convertiré solamente en un mal recuerdo. Pienso todo eso y no me atrapa el más mínimo cargo de conciencia, hasta eso he llegado, en llenarme de indiferencia ante las estupideces que cometo con las mujeres. Debo reconocer que a veces soy el peor de los canallas.

Pero después del sexo, hay algo que ocupa toda mi atención, y eso es el futbol. Encuentro el canal de deportes, el partido está por empezar, este partido promete mucho, no siendo seguidor de ninguno de los dos equipos, bien vale la pena quedarse aquí en la cama, antes que vagar como un estúpido por el centro de la ciudad entre tanta ropa de mujer. A tres minutos de empezar el encuentro suena mi celular, es Vanesa diciéndome: “Es la última oportunidad que te doy para que elijas entre tu estúpido partido de futbol o yo”, me encanta como se oye su voz por el auricular, Vanesa tiene la voz muy sensual, muy femenina, pero en estas circunstancias son los ojos quienes mandan, cuando veía como salían los equipos al campo, el grito de la hinchada enardecida, la lluvia de papeles picados volando sobre el viento, mi respuesta fue más un grito de guerra de un hincha ansioso por manifestarse: “El futbol coño!!, elijo el futbol !!”.

Perdóname Vanesa por dejar que el futbol te gane la batalla, perdóname por ser un cavernícola que siempre te lleva de desaire en desaire, pero si me conociste tan imperfecto como canalla, no esperes que este sapo se convierta en príncipe, pues hay sapos que nunca aprenden.

domingo, 19 de diciembre de 2010

INTERNACIONAL NOCTURNO


Fue una historia corta, pero suficiente para sentir su final. Estaba triste, fatigado y tal vez hasta enfurecido, cuando un romance termina siempre deja sentimientos que se pelean entre sí, y es el más fuerte quien prevalece y se hace notar en nuestro rostro. Entro en un bar y pido una cerveza, el tipo del bar me pregunta porque estoy bebiendo solo, le respondí que había conocido a una mujer de otro país, nos hicimos amantes, pero que luego ella se tuvo que ir, y es aquella ausencia quien me tiene en la lona. El cantinero abre otra cerveza para él y apenas termina el primer sorbo me suelta aquella bendita frase: “Así que eres internacional”.

Amanece por fin y debo ir al trabajo, me encuentro con mi amiga Sandra que me pregunta porque tengo esa cara de desvelado, le conté que había bebido con un tipo para ahogar una pena de amor, me preguntó qué me pasa, que confié en ella y le diga el motivo de mi pena. Aquella mañana le confesé a secas (es decir, sin beber una gota de alcohol) que me sentía triste porque aquella chica de un país lejano me abandonó. Ella muy amorosa pone su mano sobre mi hombro y me dijo que los dolores pasan, que el tiempo se encargará de ello, sin embargo bajando la voz me pregunta si entre mi chica y yo hubo algo más que caricias, le confesé que si hubo mucho más que eso, que en cierto modo fuimos amantes. Entonces Sandra me pellizca el hombro y me dice sonriente: “Ah ya, ósea que ahora eres internacional”.

Es fin de mes y he tenido que ir al doctor por unos malestares que he sentido, mi cuerpo colapsó y tuve que atenderme en el matasanos preferido de mi madre. Después de minuciosos exámenes e incómodos métodos de revisión, el Dr. Lascano me ha encontrado regularmente bien, así que me dice que tal vez mis problemas sean psíquicos, me pregunta si hay algo que me aqueja en estas últimas semanas. Yo lo cuento mi historia, le hablo de la chica de un país lejano, de la pena de no tenerla, de lo poco que me motiva levantarme de mi cama. El médico muy experimentado en cosas de la salud, me receta unas vitaminas (que nunca compré), me sugiere unos ejercicios en la mañana (que nunca hice), y que deje el alcohol por un tiempo prudencial (cuando me dijo esto, me rehusé a pagar la consulta). Dicho todo esto me da un apretón de manos, como sellando un pacto de caballeros, para luego palmotearme la espalda y decirme: “Así que eres internacional eh… bien con eso”.

Han pasado las semanas y ya me siento mejor, he evitado contarles a las personas lo que me tocó vivir para no volver a oír esa bendita frase de ser el “internacional”, como si mis penas valieran poco para no fijarse en ellas. He salido con otras chicas, he tenido algunos viajes, con historias concluidas. La vida continua, me decía mi buen amigo “Lecherote”, mientras bebía una botella de ron a plena luz del día, en la banca del parque donde fui a visitarlo, “nadie ha muerto por amor, a menos que te acuestes con la mujer de un policía. Tenemos mucha vida por delante, algunas historias más por contar, tenemos nombres que quedaran en nuestra cama, cuerpos que con el tiempo se olvidaran, tenemos mentiras, verdades a medias, un testamento que quizás nadie reclamará. Así que no me jodas y levántate Lázaro, que la función debe continuar” decía con la mirada fija en su botella. Le compré unos cigarrillos antes de despedirme de aquel viejo gurú de la vida, quisiera tener su sabiduría, sus años vividos, su afición perfecta por los vicios que algún día terminaran por matarlo, pero que mas da, nadie es perfecto, mucho menos yo. Al mirarlo nuevamente antes de partir, “Lecherote” suelta una frase para terminar el encuentro: “Y ya deja de joder con ese rollo, que la internacional fue ella”.

domingo, 5 de diciembre de 2010

RECICLADOR NOCTURNO 4



Domingo a las seis de la tarde, la cita ya estaba hecha. Cuando las luces se encendían en la pequeña Lima, ella llegaba con su abrigo rosado y un jean azul que lucía muy cómoda, el pelo sujetado hacia atrás y una sonrisa que me pareció haber olvidado. La dulce Verónica aparecía en mi vida una vez más, después de muchos años de ausencia, debido a esos giros que toma el destino. Ahora ella luce un corazón roto, el alma en incertidumbre y pensando en un mañana sombrío que le cuesta cambiar. Fue un tierno abrazo el que selló nuestro encuentro, haciéndome sentir nuevamente humano.


Verónica es una mujer especial, de esas que te hace sentir bien tenerla cerca, debo reconocer que siempre me gustó, me hubiera encantado pedirle que sea mi chica, pero me hubiera encantado más que ella acepte ser mi chica, aquella duda de ser o no ser, fue lo que impidió mostrarle mis sentimientos. Nunca le ofrecí nada ni le demostré lo mucho que me agradaba salir con ella. Solo quise ser su compañero, su acompañante, el cómplice de esos paseos nocturnos, de las charlas tan entretenidas que adornaban nuestros encuentros. Con el tiempo ella se consiguió un novio, entregándole su tiempo y atención, entonces dejamos de vernos, hasta el día de hoy, que ya no tiene pareja.


Ahora ella luce triste, solitaria, aislada en su pequeño mundo, quemando sus recuerdos en esa hoguera que es creada por el rencor y la desdicha. Pero mientras me abrazaba pude reconocer a aquella muchacha dulce que iluminaba mis noches, en esas épocas en que mi vida solo era un ramillete de excesos y desvaríos. Ambos tenemos el cuerpo con piloto automático, existiendo por existir, esperando los buenos momentos que la vida algún día nos regalara. Porque todo es cíclico, las lágrimas de hoy son las sonrisas del ayer, la oscuridad de la luna siempre termina con los rayos del sol, son teorías inquebrantables del vivir.


La ciudad de Lima nos cobijo una vez más, las luces de los faroles mostraron interés en nuestras conversaciones, el viento reconoció nuestras carcajadas, dejamos de ser dos perfectos desconocidos ante la quietud de la noche. Como era de esperarse, ella había madurado más que yo, lo supe al instante cuando me preguntó lo que siempre temo responder: “Que esperas de la vida dentro de un par de años?” y yo le dije: “Quisiera irme a Buenos Aires y terminar de escribir el libro que siempre quise empezar”. Casi fue al instante en que sentí un golpe en la nuca, un golpe suave, ligero, de esos que te despiertan de un sueño: “Cuando aprenderás niño, sigues viviendo en tu burbuja”. Es verdad, yo no espero mucho de la vida, quizás porque presiento que la vida nunca esperó nada de mí, solo andamos de paso, con reír, sufrir, beber y amar pienso que cumplimos nuestra misión en este mundo. Al estar con Verónica pude notar mas detalles míos que antes había dejado pasar, sigo armando mi rompecabezas, descubriendo mi respuesta del porque no puedo aferrarme a nada ni a nadie. No ha sido mala idea rebuscar entre las mujeres de mi pasado lo triste, melancólico y tétrico que puede ser mi presente y futuro.


Ya pasada la medianoche despedí a Verónica con un beso, deseando volver a verla de nuevo, es la primera vez que deseo volver a ver a una chica desde que comencé esta travesía, supongo que es un buen cambio. La vida es una caja de sorpresas, un viaje en tren donde no importa viajar en primera clase o de polizonte, lo importante es disfrutar el camino, aunque a veces no sepamos a donde nos lleve. Vamos perdiendo nuestros pudores, nuestra orgullo, hasta nuestro autoestima, pero nunca debemos perder las ganas de viajar. No te bajes del vagón... que aun queda mucho por conocer.

domingo, 28 de noviembre de 2010

EL CIELO ESTA LLENO


Son las diez de la mañana y suena mi celular, es Olga que me dice si tengo tiempo esta noche para salir con sus amigas, todavía somnoliento tardo un poco para entender la propuesta. Estar con las amigas de Olga es no dormir toda la noche, no porque sean unas ninfomaníacas (aunque probablemente lo sean), sino porque su sentido de la diversión es embriagarse hasta perder la cordura y luego soltar tantas obscenidades que hasta el presidiario mas peligroso pueda sonrojarse. Yo ya no puedo exigirme de esa manera, alguna vez lo hice y los médicos me dijeron que tengo que estar loco para volver a ese ritmo de vida, por eso aunque me duela decirlo, rechace la propuesta de Olga.

Ella no me dejo ni terminar mis razones, “Acaso te volviste cura?, si tu fuiste quien me inicio en este mundo de desenfreno, y ahora me dices que es mejor dormir temprano y escuchar misa, no me jodas. Te quieres ir al cielo? Si fuiste tú quien me dijo que el cielo estaba lleno, que portarse mal no era buen negocio”. Como olvidarlo, si fue hace unos años, que reté a mi querida amiga si podía embriagar y llevar a la cama al pequeño Sergio, que apenas había cumplido dieciocho, como regalo de cumpleaños. Desde aquel día, mi amiga se volvió una devoradora de hombres. Pero aunque quisiera, ya no puedo seguir así, mi propio cuerpo me castigaría si no lo cuido. “Ya me harte de eso, solo quiero dormir y ponerme a escribir en mis ratos libres. Anda búscate otro loco” le dije antes de colgar.

Al cabo de la siguiente media hora he intentado seguir durmiendo, pero no lo logro. Sigo pensando en la propuesta de Olga, en sus amigas y en lo jodido que puede ser mi existencia si no encuentro historias que contar, era evidente que estando en mi cama durmiendo no iba a encontrar nada interesante, Llamo a mi amiga y le digo donde será el encuentro. Son casi las seis de la tarde y entro al bar “Venecia” donde esta Olga junto con tres amigas y varios tipos que recién conoceré. Todos me preguntan como me llamo, yo doy mi nombre falso, mi edad verdadera y mi empleo ficticio. Hemos bebido por más de tres horas y terminamos en casa de Jorge, el jefe de Olga, compartiendo un Vodka y algo de música cubana. Hubo griteríos, bailes sensuales, sexo desenfrenado y ropa tirada por toda la casa.

Entre el humo de los cigarros, las copas rotas regadas en el piso, los discos de salsa y las fotos de la mujer y los hijos de Jorge, que probablemente están de viaje, en cada pared, pude toparme con mi pasado. Cuantas veces he visto la misma escena en mi vida, solo eran los personajes los que cambiaban, las camas siempre son iguales en todos lados, las mentiras cada vez distintas, pero todo termina en lo mismo: sabanas frías que abrigan el cuerpo de una mujer ajena. Me pongo la ropa mientras Olga me observa detrás de la puerta donde Jorge luce exhausto y dormido, me despido con la mirada, dudando si nos volveremos a encontrar. No se si el cielo sea mi lugar, dudo mucho que la personas como yo tengan un buen final, esta noche solo quiero refugiarme en mis palabras, contando una historia que termine tan vacía, como el alma que un día perdí. No puedo escapar de esta maldición de ser un lobo, un lobito feroz que no quiere descansar… ni ser perdonado.

domingo, 14 de noviembre de 2010

LA FEMME NIKITA

La noticia estallo como una luz de bengala, lanzando sus brillos hacia todos lados, el viejo Nicanor, dueño de la tienda más angurrienta de la cuadra, había fallecido. Como ocurre siempre en estos casos, todos preguntábamos como había muerto, pero mis hermanas no me daban razón, guardaban recato y hasta decencia para no contarme nada. Lo tuve que averiguar en la calle, pues la noticia era vox populi en cada cuadra. “El viejo Nicanor murió teniendo sexo con Roxana”.

Morir teniendo sexo siempre ha estado entre mis muertes favoritas, sentir el ultimo placer junto al último suspiro es lo que en mi calle llamamos “morir en nuestra ley”, respetando nuestra idiosincrasia de buen macho. El viejo Nicanor ya bordeaba los sesenta años y la pequeña Roxana a quien desde ese día todos los chicos llamaban “Nikita la asesina”, apenas tenía veinte años pero con una larga trayectoria que bien podría espantar a un principiante. Aquella noche “Nikita” salió asustada y en silencio de la casa de Nicanor, dejando la puerta abierta, fue por eso que la gente entro a revisar, pensando que alguien había entrado a robar. Para la sorpresa de las vecinas cucufatas, vieron al occiso postrado en su cama, sin vida y sin pantalones, con esto el viejo Nicanor cumplió uno de sus mas grandes anhelos, marcharse a gusto enseñándoles los genitales a aquellas viejas prehistóricas que siempre criticaban su gusto por las mujeres menores que él.

Pasaron los días y todos hablaban de este suceso, nunca pudieron llevarse presa a Roxanita, los viejos de la cuadra coincidían en que “nadie debería ir a la cárcel por abrir las piernas, eso no es un crimen ni aquí ni en la China”, a cambio de ese susto, la mujer se gano el respeto y hasta un poco de temor de la gente, se tejieron muchas leyendas urbanas respecto a eso, desde que la chica era una loca insaciable hasta decir que en aquella casa habitaba el diablo. Algunas semanas después, ebrio y desorientado, yo andaba de bar en bar con mis amigos, fue cuando me la encontré cerca al baño de hombres, le sonreí y me preguntó si la conocía, “Claro que si, tu eres Nikita la asesina” le dije muy valiente (obviamente porque estaba ebrio), ella solo sonrió, era sorprendente que alguien de veinte años no se sienta cohibida por alguien mayor como yo, eso me gustó mucho. La invite a mi grupo, tomamos varias copas y nos contó lo que sucedió aquella noche. Supongo que las historias van cambiando un poco cada vez que las cuentas, aun si las cuenta la misma protagonista. De todos modos fue grato conocer a la testigo que, a mi parecer, ha presenciado una de las muertes mas lindas que existe.

La noche terminaba y el bar estaba por cerrar, la acompañe a tomar un taxi mientras me daba su número telefónico, no le pedí que se vaya al hotel conmigo, no sé si hubiera aceptado, pero no podía dejarla ir sin antes hacerle la última pregunta: “Dime la verdad, mientras se moría el viejo, pudiste ver una ligera sonrisa en su rostro?”, ella soltó una risa, me acarició el vientre un poco (como si fuese un pequeño buda de la época) y mientras se mordía los labios me dijo: “no puedo asegurarte si fue una sonrisa, solo puedo decirte que lo disfrutó”. Me dejo frio, sin habla ni reacción, apenas pude levantar la voz mientras cerraba la puerta del taxi y desaparecía en la autopista… “Te juro que te llamaré cuando cumpla sesenta años!!”.

domingo, 31 de octubre de 2010

RECICLADOR NOCTURNO III


No tardé mucho en encontrar los papeles con su nombre, ella nunca desapareció, solo quiso apartarse de mi vida, sin ir muy lejos, sin estar muy cerca, solo apartarse. Yo respeté su decisión, aunque una vez por semana la extrañaba, sobre todo de noche, cuando la luna me decía que sobre mi cama no quedaban ni migajas.

Se llamaba Yessica, cuando la conocí ella tenía novio, pero conmigo perdió los estribos, le llamo la atención mi simpleza, la forma como digo las cosas y la velocidad a la que vivía. Fuimos amantes, ella pensó que yo siempre estaría dispuesto cuando ella lo pedía, porque mi amor era muy grande, que no me importaba lo demás. Ella creía que ser la mejor de mis prioridades, hasta que una noche le demostré lo contrario. Cuando descubrió que tenía otra amante. Alguna vez me dijo que había pensado dejar a su novio por mí, porque empezaba a sentir cosas diferentes, porque yo le mostraba nuevos mundos. Pero todo se desvaneció y nunca más me buscó, de alguna manera siento que yo lo arruiné.

Tres años después volví a aparecer en su vida, la esperé frente a su trabajo, donde ahora es supervisora de ventas (antes ganaba el doble de lo que ganaba yo, ahora ni me lo quiero imaginar), se sorprendió al mirarme tan distinto, aceptó caminar conmigo mientras me contaba su vida. Nuestros caminos se habían distanciado mucho, nos sentimos distintos, hasta que le invite unos tragos, entre risas y medianoches empezamos a reconocernos, a escarbar entre los restos de lo que fuimos. Luego de tres salidas terminamos en un hotel que lo pago ella, me pareció buen momento para preguntarle porque no se quedo conmigo. Me dijo puso las cosas en una balanza, que alguien que vive tan de prisa como yo, generalmente nunca se queda en un solo lugar, que iba a salir huyendo en algún momento, porque le tenía miedo a los compromisos, que único cierto sobre mí, era que un cobarde para las relaciones serias. Por eso prefirió a su novio que tenía un trabajo estable y un pensamiento más acorde a los hombres de su edad. Lo entendí y lo acepte, a veces uno no puede vencer su naturaleza, somos lo que nos toco ser.

Solo nos vimos un par de veces más, porque descubrió en mi celular que no era la única con quien me seguía acostando. Las mujeres tienen cierta filosofía sobre sus amantes, aunque sea deshonesto no permiten que exista alguien más que ellas, les gusta compartirse pero no ser ellas quienes compartan. Se fue de la habitación lanzándome insultos, maldiciendo el día en que la busqué, pidiéndome que nunca más me cruce en su camino, pero su cuerpo fogoso e insaciable me había dicho lo contrario veinte minutos antes, ya el tiempo decidirá lo que pasara después.

Llego a mi habitación a revisar aquella caja vieja con los números telefónicos y nombres perdidos, sin embargo miro frente a mi ventana un lugar donde antes habité y no he logrado volver. Desde mi balcón puedo observar aquella casa que está a dos calles de la mía, donde alguna vez fui feliz, quizás nunca fui tan feliz como lo fui con ella. Pero esa es una historia a la que me da miedo regresar, ni con todas las agallas del mundo puedo mirar a los ojos a esa mujer que pudo cambiar mi vida. No, no puedo hacerlo, regreso mis ojos sobre mi caja vieja y me pregunto, de cuantos nombres esta hecho mi pasado.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

S.O.S. LOBITO EN APUROS


Hoy me desperté temprano, quise ducharme y empezar el día fresco y con ganas de hacer algo, quizás salir con mi sobrino a comprar libros, tal vez llamar a Vanesa que acaba de llegar de viaje con su novio, o solamente invitar a Adela a ver una película. Estaba de lo más tranquilo frente al espejo, cuando empiezo a ver un ligero brillo que empañaba mi vista, ese brillo salía sobre mi cabeza, exactamente donde terminaba mi frente. Mi única reacción fue soltar el peine y pegar un grito: “Carajo, me estoy quedando pelón!!”.

Lo podría decir de muchas formas, “Se me está desmoronando el techo”, “Se me descose el gorro”, “Se me cae la calamina”, “se me está descolorando el casco”, la única verdad es que lo único realmente aceptable que tenia, era el cabello, tan fino y moldeable al viento, ahora puedo ver cómo me abandona uno a uno. No supe que hacer, llamé al 911 pero me dijeron que ellos no cubrían esas emergencias, llame a los bomberos y me dijeron que aunque vayan en sus hermosos camioncitos rojos a regarme la cabeza con sus mangueras estrambóticas, mi calvicie era inminente, no podía evitar esa catástrofe (y me lo decía el jefe de bomberos, un tipo de sesenta años y probablemente infinitamente calvo). No quiero ir a un doctor, he jurado no volver a ver un matasanos voluntariamente, la última vez que fui me prohibieron el alcohol y las trasnochadas, ya no estoy para malas noticias, solo en camillas me volverán a llevar. Se me ocurre llamar a Emma, una amiga lindísima, que aunque es mucho menor que yo, sabe cosas que siempre me sorprenden. Ella me dice que pruebe comiendo camote, mucho camote, apenas cuelgo voy al mercado a comprarme cinco kilos para toda la semana, mientras regresaba a mi casa llamo a Adela y le pregunto si me va a querer igual si un día la voy a buscar y se da cuenta que estoy calvito, ella muy amorosamente me dice que sí, que siempre me va a querer, pero que si estoy calvo, mejor nos quedamos en casa a ver un video, o a cocinar un arroz chaufa que tan bien lo prepara y nos volveríamos mas hogareños. Pude entender su indirecta, a pesar de todo la entiendo, debe ser muy vergonzoso salir con alguien menor que tu y encima de eso, que siendo menor, sea tambien calvo, eso sería imperdonable.

Han pasado dos semanas y no logro ver progresos, la señora del mercado me ha dado de todos los tipos de camote que vende en su quiosco, el señor Eduardo (el jefe de bomberos) me ha llamado a preguntarme como me siento, me pide que lo llame apenas tenga buenas noticias. Muy impaciente he llamado a Emma para reclamarle que su receta es una m…da, que no me ha servido para nada, que voy a pasarle la factura de tanto camote que compre. Ella muy suelta de huesos y algo divertida me confiesa: “Que raro, a mi perro si le funcionó”, es lo malo de confiar en una niña de diecisiete años.

Vuelvo al lugar donde todo empezó, frente al espejo, preguntándome que será de mi cuando me quede completamente calvo, el viento ya no podrá revolver mi melena, ahora solo chocara con mi frente y quizás me provoque un resfriado (si antes me resfriaba cuarenta veces al año, ahora de duplicara la dosis), que voy a hacer ahora? Sera que la vejez se está asomando para no marcharse jamás?, pero si apenas coqueteo con la base tres. Me preguntaba porque si me tardo tanto en crecer vellos en el pecho, ahora se la cobran dejándome la cabeza pelada, malditos sean. Sin embargo, entre tanto lamento, pude ver la silueta de un ángel detrás del espejo, era mi madre que me miraba extrañada como sobaba mi frente de una manera desesperada. “Y a ti que te pasa?” me pregunta, “Creo que me estoy quedando calvo, debe ser el estrés” le digo ya casi resignado, “Cual estrés huevón, si te la pasas durmiendo y comiendo todo el santo día, ven para acá que te voy a preparar algo que te hará bien” me dijo mientras me llevaba a la cocina.

Entonces me sometí a los remedios caseros, a la receta de las abuelas, al secreto profesional de sus antepasados, eso que uno no puede revelar solo hasta el día que va a partir al otro mundo. Mientras tanto, deseando que esto solo sea un susto, esperando que mi vida vuelva a ser la de antes, me pongo a buscar mis fotos de niño, buscando alguna imagen de cómo quiero ser recordado, encuentro una junto a Batman y digo: “Pelada mis rodillas, esta batalla la gano yo”.

lunes, 20 de septiembre de 2010

RECICLADOR NOCTURNO II


He buscado entre mis papeles viejos algo con su nombre, tengo dos gavetas llenas de apuntes para estos casos, existen direcciones, nombres y edades, fechas exactas, las he apuntado porque sabía que olvidaría todo eso, mi memoria siempre fue frágil. Al fin pude dar con ella, Wendy Torres, veintitrés años, ahora debe tener treinta o un poco más.

Lo que recuerdo de Wendy es que era mayor que yo, que asistía al coro de una iglesia, una mujer muy creyente, pero que le gustaba el baile y el vino. Una noche le pedí que no vaya a la iglesia, que mejor se vaya conmigo a un hotel, y ella acepto. Ese día me sentí más influyente que dios. Estuvimos así como dos meses, ella se estaba enamorando de mí, hasta que un día le pregunte si podía prestarme un dinero, me preguntó la cantidad, y cuando supo que era demasiado, acepto prestarme pero me pregunto para qué lo quería. No pude mentirle, al darle mis razones, ella se puso a llorar, tomo su ropa y se marchó. No quiso que la acompañara a su casa, a pesar que era muy tarde. Luego de eso nunca más salió conmigo, prefirió pasar más tiempo en su iglesia, cantando y pidiendo perdón por sus pecados (como si dios me dijera que quien ríe último ríe mejor). Tengo el correo de Wendy, le escribí un mensaje diciéndole que quería saber de ella, que me diga si podemos vernos el próximo fin de semana. Tres días después ella me responde diciendo que se encuentra bien, pero que no desea encontrarse conmigo porque trabaja todo el día, me ofrezco a recogerla de su trabajo y ante la insistencia, Wendy acepta, nos veremos el domingo en la noche.

La pude ver después de muchos años, el tiempo ha hecho justicia con ella, se ve muy radiante, contenta, como si no le faltara nada, mucho menos yo. Tomamos unos jugos frente a la tienda donde trabaja, me contó que acaba de terminar con su novio después de dos años, que habían pensado casarse, pero decidieron tomarse un tiempo para pensarlo bien. Yo le confesé haberla extrañado en algún momento (un momento muy corto por cierto), que quise buscarla muchas veces, pero mi orgullo nunca lo permitió. Le pregunté si me hubiera perdonado si al día siguiente me disculpaba por haberla hecho sufrir, me dijo que si lo habría hecho, pero estaba segura que no me iba a soportar mucho tiempo, porque soy de esas personas que siempre andan buscando perdón, pero que nunca van a cambiar, porque es parte de mi naturaleza ser así. “Nadie estará dispuesta a enseñarte toda la vida, se supone que los buscamos ya aprendidos” fue lo que me dijo mientras terminaba su copa, provocándole un terremoto a mi ego ya bastante maltratado.

La acompañe a tomar un taxi, mientras la calle Garzón estallaba de gente, yo esquivaba a los extraños que me rodeaban para seguir a su lado, caminar junto a ella, al mismo ritmo, ser su sombra o su reflejo. Al final no pude ser ninguna de esas cosas, cuando la vi subir en aquel auto amarillo, pude imaginar que nuestros caminos iban a tardar mucho en volverse a cruzar de nuevo, solo le dije que se cuide, que me alegra mucho saber que no le hago falta, que la vida transcurrió sin percance después de mi. Ella me abrazo y me dio un beso, apunto su número telefónico en un papel pequeño y me pidió que la llamara en su cumpleaños, en navidad o cuando en verdad lo necesite. Su auto se perdió entre el trafico limeño, la neblina la ayudo a desaparecer entre ese ruido que invade la capital a las diez de la noche, y mientras tiraba al tacho el papel con su número solo me quedaba decir: "ahí va la mujer a quien nunca aprendí a querer".

miércoles, 15 de septiembre de 2010

AQUI NO HAY POESIA

En tus brazos me caí
Ya ni sé como llegue
Pero diré que ya volví
Todo lo bueno lo guarde
Y solo recuerdo que amé
A una mujer que ya perdí

Todas tus noches disfruté
En tus camas me metí
En tus plazas me embriague
Bajo la sombras maldecí
En tus calles me dormí
Y en tu aeropuerto desperté

Todavía te recuerdo Almisarel
También los paseos con Adela
Muchas gracias por todo, Raquel
La hippie fue una buena escuela
Con Rosa fue un dulce hotel
A la chingada con Graciela…

Hoy es día de tu bicentenario
Todo el país se paralizará
Desde Tijuana hasta Chichén Itzá
Me gustaría estar celebrando
Por los amores que ya no serán
Entre tequilas y cantos

México lindo y querido… Feliz Bicentenario

domingo, 12 de septiembre de 2010

RECICLADOR NOCTURNO

Recostado en la cama, mientras Vanesa se está duchando, puedo sentir que no hay nada que me ate a esa mujer, no siento ganas ni siquiera de dirigirle la palabra, solo espero que se vista y se marche, que me llame el día que quiera, pero no esta noche, ya tuve suficiente de ella por el día de hoy. Vanesa camina desnuda frente a mí, sus senos prominentes zigzaguean conforme a sus pasos, su cabello húmedo la hace ver más sexy, sus joyas la hace ver más pretenciosa, su ropa costosa me dice lo que siempre he sospechado, soy muy poca cosa para ella.

Me quedo dormido unas horas en el hotel, pero al despertar logré ver mi reflejo en el techo. Era yo, completamente solo, vacio y tranquilo. Me puse a pensar que hubiera pasado si hubiese tomado otro camino, de los muchos que pude escoger a lo largo de mi vida. He conocido algunas mujeres, no muchas, pero cada una de ellas fue una historia distinta, un rumbo diferente que pudo llevarme a quien sabe que circunstancia, eso nunca lo sabré, o quizás si pueda.

Me ha dado la curiosidad de saber que fue de cada una de las mujeres que he conocido, o al menos de la mayoría de ellas, o mejor dicho, de las que pueda encontrar. Porque muchas se fueron lanzando maldiciones contra mí, muchas de ellas me odian, desean verme muerto y se han perdido de mi vista. He decidido ir en busca de mi pasado, saber porque me dejaron, si todavía me siguen odiando, que tan felices son ahora sin mí, y si se pudiera, lo cual no es muy probable, deseo saber si todavía se quieren tirar un polvo conmigo. He llamado a este proyecto: OPERACIÓN RECICLADOR NOCTURNO.

Que propósito tendrá esta búsqueda?, nunca se han preguntado que hubiese pasado si se hubieran quedado con la novia anterior y no haber conocido a la actual?, si hubieran guardado el orgullo y no haber dejado ir a aquella chica por no saber pedir perdón?. Quizás esta búsqueda tenga un desenlace inesperado, quizás pueda entender porque permanezco solo y sin ánimos de quedarme con nadie, porque me aburro tan rápido de las relaciones. Es como encontrarse con algo de uno mismo, algo de lo que he sido, y que esas mujeres se han llevado consigo. Que empiece la búsqueda… (continuará)

viernes, 3 de septiembre de 2010

AMANTE O SUPERHEROE?



Vanesa es la mujer mas extraña que he conocido en mi vida. Tardé dos salidas con ella para poder llevármela a la cama, desde ese día han pasado tres años y nuestros encuentros siempre terminaron en el mismo lugar: sobre las sabanas de algún hotel barato. Nuestra relación no es de una pareja formal, porque en todo ese tiempo ella ha tenido tres novios y yo solo una novia, lo nuestro es algo bizarro, ni yo mismo me lo puedo explicar. Conozco a su novio oficial, lo he visto tocar en algunas discotecas a donde me llevaban en contra de mi voluntad (a veces hay que acompañar a los amigos para no ser el aburrido del grupo), debo reconocer que es más alto que yo, mis amigas dicen que es mucho más guapo que yo, incluso hasta la propia Vanesa me ha confesado, para mi tristeza, que su novio la tiene más grande que yo.

Sin embargo una o dos veces al mes, ella y yo la pasamos muy bien demoliendo hoteles. No nos pesa la conciencia, nadie llora al despedirse, solo me quedo siempre con la pregunta entre los labios: porque diablos siempre termina buscando otro encuentro conmigo?. Sé que no soy un gran amante, algunas veces la he terminado asustando por mis ocurrencias en la cama. Tampoco soy un tipo atento y cariñoso, ya que una vez le dije que prefería ver el mundial de futbol antes que coger con ella. Mucho menos soy un buen amigo, casi nunca la llamo, ni le escribo correos, solo la he saludado una vez en navidad. Quizás mi único merito, si se le puede llamar así, es hacerla reír y tratar de darle la razón en todo lo que dice, aunque a veces no tenga idea de que me habla. Aunque parezca difícil de creer, para Vanesa yo soy un mal necesario.

Es fin de semana y me eche a dormir hasta muy tarde como un haragán. Suena mi celular, es Vanesa buscando encontrarse conmigo en una hora, en el hotel donde estuvimos la última vez. Me di un baño con agua fría, me afeite y perfume como si fuese mi cumpleaños, pero al salir de mi habitación, encontré a mi sobrino Edison sentado en el sofá, leyendo su libro de historias mexicanas de terror. Le pregunté que hacía solo en casa y me dijo que sus abuelos lo dejaron a mi cargo, que debía esperarme a que despertara para que lo llevara a pasear y que lo alimentara como se merece. Cada vez que salgo con mi sobrino el tiempo se hace corto, no tenemos un itinerario escrito, podemos empezar alimentando a las palomas en la plaza central y terminar comprando historietas en algún mercado al otro extremo de la ciudad o comiendo una rica pizza frente al mar. Me gusta pasear con Edison, pero ya llevaba más de tres semanas sin acostarme con nadie. Entonces me encontraba en un dilema, ser el amante bandido con Vanesa, disfrutar de su cuerpo y sus caricias, de la mucha ingenuidad que le tiene a mis mentiras, o ser el superhéroe de siempre con mi sobrino, el que lo divierte con sus bromas, el que le compra los helados aunque la tarde se ponga fría, el que se vuelve un niño a su lado para seguirle sus juegos.

Anocheció de prisa, el tiempo pasa rápido cuando no miras a tu alrededor. Llevo en el maletín unos libros de Simbad, unas figuritas de Rey Misterio y unos anteojos que brillan en la oscuridad. La comida china siempre es un placer cuando cae la tarde, puedo ver a mi sobrino sonreír mientras el viejo Matías lo dibuja en una caricatura que luego firmara con mucho cariño. Todavía nos queda caminar muchas calles, adivinar de qué color será el próximo autobús que pase, o decir el mayor número de palabras que empiece con la misma letra. Es la tercera vez que tengo que elegir entre irme a la cama con alguien o salir con mi sobrino, siendo el pequeñín el que ha ganado todas las disputas. He apagado el celular para ahorrarme los insultos de Vanesa, porque estoy seguro que ella no entendería que, amantes existen muchos, pero superhéroes… ya quedamos muy pocos.

jueves, 19 de agosto de 2010

PASATIEMPO


La mañana recién empieza, hoy llegue temprano y me puse a tomar una siesta (todavía no me acostumbro a despertarme a las cinco de la mañana). Son las ocho y cinco, es cuando abro la ventanilla por donde atenderé al público, que son generalmente secretarias muy lindas y estudiantes brutos, engreídos y algo haraganes. Lo curioso es que en el patio que esta frente a mí, hay un tipo sentado en una de las tantas mesas donde almuerzan los alumnos, tiene aspecto fornido, piel trigueña, vestido con un abrigo negro, unos anteojos gruesos y una gorra que lo protege del frio, a primera mirada se podría decir que es un tipo normal.

Pero hay algo en él que no me gusta (aunque lo raro sería que en verdad me guste algo). Y es que lleva ahí sentado tanto tiempo, que sospecho tiene otras intenciones. Podría ser un gay que está enamorado de mi, que estuvo sentado ahí desde muy temprano, solo para verme pasar, lanzarme una mirada fingida, esperando quizás que le diese una señal para que se acercara y me diga las cosas que siente por mí, lo que me anduvo callando todo este tiempo (cuarenta minutos para ser más especifico), deseando que su cuento de hadas se haga realidad conmigo. Pobre tipo, si supiera que estoy enamorado de su profesora de lengua española, una mujer mayor que yo, muy alta, preciosa y sofisticada, que siempre viene a verme con una sonrisa para preguntarme si ya están listos los exámenes de sus alumnos. Me cortaría un brazo por pasar una noche con la maestra, literalmente me lo cortaría, tomando en cuenta que llevo más de dos semanas sin tener sexo con nadie y eso me pone medio desquiciado.

También estaba pensando que aquel chico bien podría ser un asesino en serie, uno de esos que salen en los programas de SCI que le gusta ver a mi hermana. Puede que aquel tipo haya estado calculando todos mis movimientos, desde la hora que llego, hasta el lapso que dura mi almuerzo, las veces que salgo a comprar el periódico o los panes de higo que tanto me gustan. Y si voy más lejos, supongo que también se ha dado cuenta que le ando mirando el culo a las secretarias y a las estudiantes jóvenes. Quizás esa sea la causa de mi futuro asesinato, podría aquel chico psicópata ser un justiciero de la noche (o del día), que pretende sacar de circulación a un degenerado en potencia, un ser ruin que encuentra cierto placer al ver los traseros de las chicas que abundan en este lugar. Lo que no sabe ese tipo, es que tengo listo una varilla de acero a la mano, por si se atreve acercarse, o acaso seguirme al baño cuando me disponga a echar una meada. Asi que estoy listo para todo, a mí no me vas a matar loco cabron!!

Ha pasado más de una hora y el sujeto sigue ahí sentado, no ha hecho ningún movimiento sospechoso ni me ha lanzado miradas extrañas. Pienso que debe estar esperando a una novia, que quedaron encontrarse desde muy temprano para ponerse a estudiar, desayunar o tal vez coger, lo que se les antoje primero. El como todo un caballero ha llegado puntual, se ha sentado en el patio y se ha puesto a leer un libro que por la distancia donde me encuentro no puedo saber el titulo. Pero su novia todavía no llega, quizás se quedó dormida, tal vez se le olvidó la cita, o puede que haya preferido estudiar desde la noche anterior con su mejor amigo y de paso ponerle los cuernos a su novio, que dicho sea, ya empezó a caerme bien.

Son las diez de la mañana de este jueves cobarde, el tipo estaba estudiando y ahora subió a su salón de clases para dar su examen. Ni se imagina las peores cosas que me he imaginado viéndolo sentado ahí, con su aire de nerd desorbitado. No importa, al menos me duro como pasatiempo, una buena razón para echarme un escrito.

domingo, 15 de agosto de 2010

CHINGADOR NOCTURNO


Gisela me manda un mensaje enfurecida, llena de bronca y con ganas de pegarme con un fierro en la cabeza: ”Oye pedazo de imbécil, quien carajo te crees para contar que te fuiste a la cama conmigo? Acaso crees que mi cama es un cartel de publicidad?. Te dije que no contaras nada, te dije que nadie tenía porque saber las cosas que hicimos. Me importa una m… que tengas que escribir tus vivencias en ese blog estúpido. Eres un canalla, no quiero saber de ti nunca más. Adiós”. Cierro el mensaje y pienso que Gisela es una mujer inteligente y astuta, no tardo mucho en darse cuenta que iba a faltar a mi promesa de no mencionarla en mi blog. No me quiero quedar con las ganas de contar lo que fue nuestros encuentros, es por eso que invento otro nombre parecido al suyo, Griselda, y sigo contando todo lo que vivieron nuestros cuerpos esas noches de alivio, esas madrugadas de placer enceguecido. Pensando que quizás así, pueda salir ileso de este embrollo en el que me metí involuntariamente.

Cuatro días después, Gisela me manda otro email, todavía más enfurecida: ”Así que mientras estabas conmigo, también te acostabas con esa putita de Griselda. No puedo creer que seas tan poco hombre, y seguro que ni te cuidabas. Eres un cochino, me das asco, ahora entiendo porque sigues solo y nadie te quiere. No me escribas nunca, no me llames, si te acercas a mi, te voy a denunciar por acoso. Ya lo sabes. Adiós.” Cierro el mensaje y pienso que Gisela no es tan inteligente como creí, solo actuaba por instinto (por instinto y por indignación). Nunca se dio la tarea de leer entre líneas y saber que ambas mujeres de las que escribí, eran la misma persona. La poca admiración que le tenia se desvaneció después de leer su correo, dejo de ser interesante contar que la conocí y que vivimos buenos momentos bajo ese cielo extraño y ajeno.

Han pasado diez días desde ese penoso incidente, Gisela ya no me escribe, tampoco me llama y supongo que ya dejo de leer este humilde blog (este estúpido blog, según sus propias palabras). Al día siguiente me llega otro correo de mi extraña amiga: ”Anoche conocí un tipo genial en una disco, no se anda con niñerías, porque es de mi edad y no un mocoso como tú. Me lo cogí y es mucho mejor amante de lo que tu podrás llegar a ser algún día. Como te quedo el ojo?. A ver si te atreves a publicar eso en tu estúpido blog. Adiós”. Cierro el mensaje y suelto una sonrisa, otra vez empiezo a sentir cierta admiración y complicidad con Gisela, sé que lo hace porque anda enojada y desfoga su encono de esa manera, pero me gusta que lo haga. No es la primera vez que alguien me dice que soy mal amante y sospecho que tampoco será la última.

A la semana siguiente, Gisela me escribe otro correo, pero esta vez en son de paz: “Algo sucede con Antonio (su chico semental), sospecho que me engaña con otra, sospecho que solo está conmigo por mi dinero, sospecho que es un gay asolapado. Extraño nuestras noches en la casa, serás un mocoso travieso, pero al menos tenía la certeza a que jugábamos tu y yo, sabía que solo querías coger. Con este tipo ya no se a donde vamos. Me gustó lo último que escribiste de mi, sé que soy yo aunque me pongas mil nombres, Cuando te volveré a ver...”

Cierro el mensaje y me pregunto que tiene esta mujer que provoca en mi, cosas distintas que van de extremo a extremo, me marea sus estados de ánimo y a la vez me excita pensar que en cualquier momento pueda estallar en cólera o comerme a besos. Me envuelvo en una adicción, que se donde va a terminar, con uno de los dos bajando la guardia. Pero esta noche no seré yo quien la baje. Le escribo envalentonado, lleno de orgullo le pregunto: “Sigues pensando que un soy mal amante?”. Su respuesta no tardo mucho, fueron pocas palabras, claras y definitivas: “Si, lo eres. Pero ni modo chico”.

domingo, 8 de agosto de 2010

ENTRE TODAS LAS MUJERES



Al llegar a México me hospedo en el departamento de Raquel, una amiga de muchos años (y también prima de mi tangamandapiana), tengo ventana a la calle y una cama espectacular, lástima que en mi estancia aqui, pienso hacer de todo, menos dormir. Raquel me lleva a su trabajo y quedo fascinado con su oficina, la hermosa vista de la ciudad desde ese edificio de veinte pisos, la gente tan amable que me saluda, desconociendo que solo soy un intruso y que no trabajo en ese lugar. Raquel me enseña a usar el metro bus, nunca olvidare que mi primer día en México, me despertó a las seis y media de la mañana y me dejo en la avenida Reforma, con tan solo un par de indicaciones, indicaciones que no entendí, porque mi cerebro recién despierta después de las diez. Pero debo reconocer que andar solo en mi primer día por esta ciudad inmensa, me hizo sentir un gusto especial.

Entre semana me encuentro con Eva, que también es mi amiga. Ella me sube a su coche y me lleva a la basílica de Guadalupe, me explica la “supuesta” leyenda que va detrás de la virgen morena, con su peculiar manera de ver el mundo. Eva es revolucionaria, ha caminado con el Sub Comandante Marcos y piensa que el mundo todavía puede cambiar. Eso es lo que me hace admirarla como la admiro. Me hubiera gustado vivir la mitad de lo que ella ha vivido, estoy seguro que nunca me faltarían historias por contar. Eva me lleva a desayunar, luego a la UNAM, para visitar su museo de ciencias, me habla del comunismo, de lo que se vive en Chiapas y el daño que le hace la religión a la democracia, me presenta a sus amigos diputados con toda la naturaleza del mundo. Prometo vernos al día siguiente, para seguir con el tour, antes de despedirnos ella me regala una tarjeta para el metro y me indica cómo debo usarla.

Gabriela me recoge en su auto y me lleva al juego de su hijo, me invita unos cacahuates mientras me cuenta sus decepciones amorosas, me canta de cerca una canción de Sin Banderas y me sonríe muy lindo bajo la sombra de los arboles. Mi invita al cumpleaños de una compañera de trabajo en una discoteca de Chapultepec, donde sus demás amigas intentan enseñarme a bailar, sin poder lograrlo. Salimos de madrugada en su auto, recorriendo la ciudad, mostrándome lo que siempre he querido desde que llegue, ver México de noche, como el animal nocturno que soy. Amanecemos en su casa, Gabriela me quiere llevar a Cuernavaca el fin de semana, pero yo ya tengo planes. Al despedirnos, nos damos un abrazo y sabemos que no será nuestra última vez, que aún nos quedan varios encuentros por contar.

Llegamos a las pirámides de Teotihuacán, es uno de los lugares más lindos que he visto, subo cada escalón asombrado, acompañado de Rita, una linda guatemalteca que está llevando una maestría en la UNAM, ella me cuenta que en su país también hay pirámides, que con gusto será mi guía si un día me animo a viajar hasta Guatemala. Me cuenta que ha terminado hace poco con su novio y que ahora solo dedica a estudiar porque ya entro a los exámenes finales. Entramos a un restaurant y pedimos una sopa y unas quesadillas con mole verde. Empieza a llover y es hora de regresar al departamento. Nos despedimos esperando volvernos a ver de nuevo. Pero eso ya no sucederá.

Compro mi boleto para un concierto y al llegar al Parque Naucalli me encuentro a una linda mexicana, conversamos y disfrutamos juntos el recital, compartimos una lluvia ligera, unas mentas y el gusto melomaniaco por la trova, la pasamos bien. Llegando a descansar reviso mi correo, Pilar me dejó un mensaje diciendo que se alegra que la esté pasando bien en el DF, y que este fin de semana me invita a una posada que se va a celebrar en su vecindario, que no me preocupe por la hora, que ella me ofrece su departamento para pasar la noche, y las noches que yo quiera. Me voy a la Plaza Garibaldi, conozco a Rosa y su hermana Fabiola, les caigo bien a ambas, me invitan a hospedarme en su ciudad en el futuro, pero ese día solo me invitan a pasar la noche en su hotel. Me embriago con ellas, les guardo sus pecados y sigo mi camino sin remordimientos. Volviendo al departamento reviso mi correo, encontrando un mensaje de Adriana, pidiéndome que la espere una semana más en la capital, que está a punto de terminar su curso y piensa venir a verme. No lo puedo hacer, solo me despido con una frase que escuché por ahi: “Lo que se ama nunca muere”.

Me encuentro en el aeropuerto dispuesto a tomar mi avión de regreso. Al llegar a mi país, hay alguien esperando por mí: Lucia, mi querida Lucia, que me abraza y me dice: “Ya todo terminó, cerraste tu capitulo. Déjame decirte que estas completamente loco por hacer esto, pero que bueno tenerte de regreso”. Llevo en el alma un pedacito de cada una de esas mujeres, que me quisieron de maneras muy distintas, pero también llevo una pena por no haber pasado más tiempo con la mujer a la que vine a buscar, la que gasto su dinero en papeles para yo pueda tener la visa para este país. La que arriesgó su vida en esta locura que alguna vez vivimos. La que se la jugó por mí, y me hizo creer que ya no era más el perdedor que todos decían. Este viaje es un homenaje a ella, cada instante de felicidad que he vivido, se lo debo enteramente a esa mujer que una vez soñó hacerme feliz… y despertó antes de tiempo.

GRACIAS MI TANGAMANDAPIANA… SÉ MUY FELIZ AHORA QUE ME BORRO DE TU HISTORIA.


UN MES DESPUES

Lima luce bella de noche, con sus luces naranja y sus bares bohemios, con el mar haciendo ruido cuando cae la tarde y los amigos buscándome para tomar unas copas. Volví al trabajo en la universidad, me extendieron el horario pero ahora me pagarán más. Estoy cancelando las deudas que me hice y para fin de año planeo viajar a Buenos Aires en busca de mas historias. A veces pienso en ella, pero ya no siento culpa, porque hice todo lo que un chico enamorado puede llegar a hacer. De vez en cuando inundo mi cama con una mentira y salgo huyendo al amanecer. He vuelto a ser el tipo libre que desea estar solo, sigo asistiendo a los conciertos en penúltima fila, con el asiento de lado totalmente vacío. Creo que dejare de escribir cursilerías en este blog, quizás me haga otro y lo llamare… “DIARIO DE UN ANIMAL NOCTURNO”.

jueves, 5 de agosto de 2010

GOLEADOR NOCTURNO

Es una visita familiar, mi amiga Raquel me invita a la casa de sus padres, me dice que ellos también quieren conocerme, yo acepto con gusto, después de tantas trasnochadas y asistir a lugares de dudosa reputación, es bueno tranquilizar el cuerpo con un almuerzo familiar. Llegamos después del mediodía, porque antes Raque y yo dimos un paseo por la laguna de Xochimilco, tomamos unas copas de pulque y cantado algunas rancheras en unas de las trajineras que hay en el lugar. Llegamos a tiempo, con el apetito en su punto y justo cuando están comentando el mundial en la televisión. Sirvieron el famoso mole, muy rico por cierto, no pude evitar repetir otra porción, con sus quesadillas sobre una canasta y envueltas con un mantel para mantenerse calientes.

Para mi buena suerte, encuentro a unos chicos que coindicen con mi gusto por el mundial de futbol, ellos son los sobrinos de Raquel, Sebastián, Andrés y Jorgito se sientan conmigo en el sofá, dicen que México pasara a la segunda ronda, pero que Alemania puede llegar a ser campeón. Yo les digo que Argentina y Brasil son los mejores equipos, pero que uno de ellos se quedara en carrera porque los europeos siempre nos terminan aguando la fiesta. Sebastián es el mayor de los tres, está en la escuela y le gusta mucho el futbol, su equipo es el América, al igual que Andrés, que me pregunta cómo fue que llegue a entrar a la cancha del estadio Azteca, porque el siempre quiso hacerlo pero no ha podido, Jorgito es el más pequeño y también el más entusiasta, siempre quiere aprender todo muy rápido, aunque se estrelle en el intento. Los tres están contentísimos porque el día anterior por fin les compraron sus camisetas de la tricolor. Yo les cuento que yo también me compre una camiseta, pero del Necaxa, ellos me miraron como un bicho raro, como si hubiera escogido el peor equipo de todos, no saben que lo hice porque es el único equipo que escuche desde niño por los programas del chavo del 8, porque al igual que Don Ramón “yo también le voy al Necaxa”.

Luego de un descanso, los chicos me invitan a jugar futbol en la calle, yo acepto con buen ánimo, para recordar mis épocas de pelotero callejero, cuando rompía los cristales de las vecinas viejas y amargadas, que siempre terminaban echando agua a la calle para ahuyentarnos. Salimos a buscar el mejor lugar para implementar la cancha, solo dos piedras para los arcos, como se hacía en mi país, donde los goles valían solo si la pelota iba a una altura debajo de la rodilla. Recuerdo que cuando era chico, con mis amigos jugábamos a la pelota todos los días, terminábamos sucios y cansados, pero felices, comentando las mejores jugadas, yo siempre me andaba burlando de mi amigo Javier, que era el más torpe del barrio, le recordaba hasta el hartazgo la vez que piso mal el balón y se cayó de espaldas, golpeándose la cabeza, haciendose una chichón tan feo, que su madre no lo dejo jugar por mucho tiempo con nosotros, como culpando nuestra rudeza para jugar y no la estupidez y torpeza de su único hijo.

Empezó el partido, tomo el balón y dribleo como en mis mejores épocas, le doy pase a Jorgito, pero este patea mal y el balón se va desviado, no importa le digo, ya le saldrán mejores tiros, porque él es así, persistente y curioso. Luego yo me voy solo por la banda derecha y disparo: Gol, Jorgito se me acerca y me dice con voz de aprobación”buen shot” me da la mano y yo me siento un goleador, un depredador del área chica. El partido continúa, Sebastián me ha hecho dos goles, no lo pude evitar, Andrés también me ha vencido, tenemos el partido en contra y Jorgito hace sus mejores intentos por anotar, yo vuelvo a anotar dos veces, parece que esta tarde será gloriosa. Pero Sebastián vuelve a emparejar el marcador y ponerlo en ventaja con sus anotaciones. Yo avanzo por el medio y veo desmarcado a Jorgito, le doy un pase milimétrico, Jorgito se perfila mirando el arco y dispara: Gooool. Me acerco para celebrarlo, le doy un abrazo y volvemos a nuestros puestos en la cancha, este partido será nuestro aunque tengamos que sudar sangre. Quedan pocos minutos, el ataque nuestro es insistente, me desmarco y recibo un pase cerca de la portería, avanzo a velocidad con el balón delante mío, estoy a punto de disparar, es el gol del triunfo, pero al intentar parar el balón, lo piso mal y me caigo de espaldas como un costal de papas, solo recuerdo el estrellar de mi cuerpo contra el pavimento, de la manera más patética y terrible, como si fuese un principiante que no sabe siquiera, caer decorosamente. El partido termino en empate y por abandono, ya no soy tan joven y mi espalda ha sufrido un duro revés, me siento viejo, me siento inútil para el futbol, creo que mejor me dedico a verlo por televisión.

Los chicos me invitan a dar un paseo por el vecindario, me piden que les cuente de mi país, cada detalle de lo que es esa ciudad de la que venía huyendo, la pequeña Lima, yo les hablo de sus plazas, sus paisajes, los lugares de diversión y de mi equipo preferido: el Alianza Lima. Les digo que me gustaría invitarle unos refrescos pero que olvidé la billetera, que solo tengo cinco pesitos que se me quedo del cambio en el metro. Ellos me dicen que hay una tienda donde venden refrescos de un peso, parecía una broma pero era cierto, compré los refrescos para todos y seguimos nuestra ruta. Así fue que una tarde de Junio, este lobito feroz estaba sentado en una esquina de la ciudad de México, bromeando con mis cuates y probando un buen refresco de a peso, como si fuese un palomilla más en este país que me ha tratado como si fuese su hijo predilecto. Pero entre tanta charla amena, tantas bromas pude sentir una péquela nostalgia por mi familia, fue la primera vez que empecé a echar de menos a ese par de enanos de mi casa, que me alegraban cada mañana con sus abrazos y su mirada de admiración hacia mí, como si fuese su superhéroe: mis sobrinos Edison y Omar. Me preguntaba si algún día podré jugar con ellos a la pelota, armando los arcos con dos piedras, gritando los goles y confundirnos con un abrazo, llevarlos al estadio o al parque para tomarnos esos refrescos de a peso que estoy seguro que les va a gustar. Me gustaría vivir los años suficientes para verlos crecer, hacerse hombres y sentirme su confidente cuando vengan a pedirme consejos, vivir lo suficiente para no perderme ese gran evento que es la vida, vivir a través de sus ojos. Esta noche me distraje un poco, y me di cuenta que a pesar de todo soy humano… demasiado humano.

domingo, 1 de agosto de 2010

ESCRITOR NOCTURNO


Todavía tengo algo de dinero, pero no tengo con quien salir. Los días entre semana son los peores, todos andas ocupados en sus trabajos. Decido salir solo, a ver qué es lo que la noche tiene deparado para mí. Un taxista de nombre Mauricio me llevo a conocer el mejor puterio de la ciudad, donde tomaba algunos tequilas y me marche. El tipo viendo lo poco que duré en ese lugar, suelta una frase que me toma de sorpresa: “Es usted marica señor?” preguntó, mientras conducía su auto a toda velocidad. “No, lo que pasa es que no me siento muy a gusto. Solo me gusta disfrutar el ambiente” le confieso mientras observo las calles que de noche se ven distintas. “Bueno, porque si es un marica, lo puedo llevar a un antro de maricas” me dice él con tono pícaro. “Bueno, la noche aun es joven, llévame a ese lugar, me gustaría conocerlo” le digo, viendo su cara sonriente, como si hubiese descubierto algún secreto. Llegamos a la “zona rosa” donde hay bares para todos los gustos, me bajo para entrar a alguno de ellos, pero antes de cerrar la puerta el taxista me pregunta: “Señor, esta seguro que no es marica?”, le respondo que no lo soy, pero que me mata la curiosidad de ver ciertos lugares. El tipo sigue riendo, como no creyendo lo que le digo.

Entro al bar, pido un trago y me siento a ver ese mundo, mirando cada lugar, cada esquina, cada detalle, en busca de algo distinto a lo que venía escribiendo. Salgo del lugar con el número telefónico de Tony, un español muy amable y aventurero, también de Luana, una travesti exuberante y la dirección de Paola y Alejandra, una pareja de lesbianas con gran sentido del humor, que harán una fiesta dentro de cuatro días en su departamento. No puedo ocultar mi sonrisa, la he pasado muy bien con mis nuevos amigos. Mauricio al verme tan contento arremete nuevamente: “Señor, Ud. es un marica, no lo puede negar”. Entonces le cuento mi verdadero secreto, que vengo de otro país, donde me gusta escribir historias y algunas de mis vivencias, que luego salen publicados en mi blog de internet, que eso es lo que quiero hacer, salir de noche en busca de historias. Mauricio me mira medio confundido y me dice: “Déjeme ver si lo entiendo señor. Usted sale de noche solo, entra a un puterio y se va sin cogerse a ninguna vieja. Luego va a un bar de maricas y sale contento. También dice que le gusta escribir cursilerías en el internet. Oiga señor, en mi pueblo a la gente como usted los llamamos maricas”. La verdad que no puedo debatir su razonamiento, ciertamente encontré una mejor historia en un bar gay que en el burdel exclusivo, y eso ha sido mi perdición ante los argumentos de este taxista bajito, gordo y de cachetes inflamados, pero con aspecto de buen tipo.

La noche aun esta a la mitad. Le digo a mi amigo que me lleve al barrio más picante, que se diera unas vueltas por las zonas más peligrosas, marginales y polvorientas, donde ningún turista acomodado se atreve a pisar. Los ojos de Mauricio sobresaltan, me mira como si hubiese visto un fantasma “No señor, yo a ese lugar no voy ni loco”, lo miro fijamente y le digo en tono burlón: ”Mauricio, acaso eres marica?”. “No señor, no soy un marica, pero hay lugares a donde uno no puede ir, no hay que tentar al destino de esa manera” me dice como disculpándose. “La noche aun no termina, y todavía tengo en mente ir a un par de lugares después. No habrás pensado que te iba a tener paseando entre puro bar de maricas, ya te dije que yo busco otras cosas” le respondí casi en trance, obnubilado porque la noche está en su mejor momento.

Fuimos a muchos lugares, cada lugar más interesante que el anterior. La noche terminaba, ya el sol estaba asomando sus tentáculos, compre unas cervezas para tomarlas en el auto con Mauricio, mientras me cuenta de su novia enferma, de su madre consentidora y su hermana en el extranjero, sus planes de casarse y tener una hija que lo cuide cuando se haga viejo. Nos hicimos buenos camaradas, parecíamos un par de machos mexicanos, riendo a gritos, tirando las latas de cerveza por la ventanilla, eructando sin el menor reparo. Toda nuestra bravura se apago cuando un patrullero nos detuvo para inspeccionar los documentos del auto. “A donde se dirigen en ese estado?”, nos pregunta el policía sin quitarnos la mirada de encima. “Solo salimos a dar unas vueltas y se nos pasaron las copas jefe” aclaro Mauricio con un gesto de apenado. El oficial nos mira detenidamente, mira las latas de cerveza y nadie más en el auto y termina preguntando: “Un viernes por la noche y solo ustedes dos tomando…. Acaso son maricas??”

martes, 27 de julio de 2010

BUSCANDO UNA SALIDA



Me quedan pocos días en la ciudad, a pesar de todos los eventos pienso que este viaje no fue una equivocación. Aunque Gabriela se haya puesto furiosa por algo que le hice. (siempre llego a ser el mismo idiota que termina echando a perder las cosas buenas que le suceden), dice que no me va a perdonar nunca y por si fuera poco, me ha prohibido escribir de ella, me pide que olvide que la conocí y todo lo que hemos pasado juntos. La he intentado llamar para disculparme, pero siempre termina por mandarme al cuerno y colgando el celular, me da mucha pena terminar así con ella, sobre todo siendo mi culpa. Pero pienso que es mi naturaleza, estoy destinado a arruinarlo todo, por el solo hecho de ser como quiero ser.
La tangamandapiana por fin ha aceptado verme, hemos pactado un encuentro al dia siguiente en el VIPS que esta cerca de la parada de Xochimilco, sin preguntas ni explicaciones, solo saludarnos y tener las cosas en orden. Pero esta noche aun no termina, ya que Gabriela me odia y no desea saber de mí, decido irme a tomarme unos tequilas a la plaza Garibaldi y a ver que nos trae la vida bohemia. Entro al famoso bar Tenampa, muy mexicano, donde hay números de mariachis, pido un tequila y me siento a ver el espectáculo. Una mujer me pregunta que hago solo, le digo que vine a oír un poco de música y distraerme un poco, ella me invita a su mesa, donde esta bebiendo junto a su hermana y el acompañante de esta, me los presenta, ambas son negociantes de Oaxaca, vinieron al Df a cerrar un trato, y por eso celebran esta noche con su cliente. La mesa esta surtida de tequila, whisky, agua mineral y coca cola, me dicen que tome lo que guste, que esta noche ellas pagan.
Yo les conté que venía de Perú, buscando a una mujer que no pude olvidar, pero que esa persona ya encontró a alguien, alguien mejor que yo, que la da menos disgustos y más alegrías. Rosa apoya su mano en la mía y me da palabras de consuelo, me dice que el tiempo lo cura todo, pero que esta noche es para embragarnos hasta ahogar nuestras penas, que no me preocupe porque todo corre por su cuenta.
Rosa es la menor de las hermanas, es casada y su esposo se encuentra trabajando en Pachuca, piensa que podemos ser grandes amigos, admira la locura con que hago mis cosas, dice que me envidia un poco, que alguna vez soñó hacer lo mismo, pero que era muy joven y nunca se animo. Cuando Rosa me mira puedo ver un ligero brillo en sus ojos, como si ser extranjero me hace ver especial. Fabiola en cambio es distinta a su hermana menor, siempre anda mirando lo material, los negocios son su vida, es por eso que dice tener una gran casa en el campo, donde me ha invitado, me ofrece unas lindas vacaciones si un día voy a visitarla a Oaxaca, les explico que ya casi estoy por irme a mi país, pero con gusto iré a verlas si un día regreso a México.
Las copas hacen lo suyo, Rosa me invita a bailar una danza, yo acepto con unas agallas propias del alcohol, llega la medianoche y salimos los cuatro a la plaza a tomar unas cervezas. Su socio llama a un grupo de mariachis y les pide que le canten quince canciones, soltando varios billetes, el dinero no es problema para ellos, debo reconocer que saben divertirse. Rosa me abraza y me da un beso en los labios, toma mi mano y pone un billete de mil pesos, diciendo que me quede con ella y que compre más cervezas. Me siento un truhan, un vividor, un chupasangre, un chulo más del montón, me siento como un pez en el agua…me siento bien.
Es la borrachera más grande que me he metido desde que llegue a esta ciudad, creo que me lo merecía, ya todo está borroso, las latas de cerveza están regadas por la plaza, Fabiola no para de cantar rancheras, me pide que elija una canción y ella paga, escojo Cielito Lindo, lo cantamos todos a viva voz. Las horas pasan y es hora de irnos al hotel, mientras ellas suben al auto del socio yo regalo las cervezas a los mariachis, haciéndoles prometer que al día siguiente me guarden dos canciones cuando regrese (quizás acompañado). En el hotel Fabiola saca otro tequila, no recuerdo cuantas copas me bebí esa noche, solo tengo la imagen de Rosa desnuda en la cama y yo intentando ser un amante sagaz. Por una noche ella se olvido del marido y yo de mi tangamandapiana, juntos nos perdimos en ese abismo sin fondo, que es la pasión.
No termina de amanecer y me marcho del hotel, será el instinto, pero no estoy acostumbrado amanecer con alguien, lo mío es salir huyendo mientras pueda. Llegué al departamento de Raquel a dormir un poco, me siento mejor siendo un huésped que siendo el amante que nadie quiere ver al día siguiente. Al acostarme, no puedo dejar de ver la foto de mi tangamandapiana en la pared, frente a mi cama, radiante y sonriente, cuando todo era felicidad. Cambiaria mil noches de estas, todas las copas de alcohol y los besos con sal que puedan llegar, solo por un instante contigo. La dueña de mis cuentos, la musa de mis cuadernos, la inventora de mis sonrisas, mi tangamandapiana. En qué momento echamos a perder algo tan poético… para convertirlo en una pesadilla.

miércoles, 21 de julio de 2010

NO ES LO QUE PARECE


Me la encontré en un concierto, el destino quiso que llegue treinta segundos después de mí y se coloque en la fila. No pude evitar hacerle la conversación, estaba tan linda que daban ganas de besarla antes de preguntarle el nombre. Se llamaba Grisell, tenía veintiséis años, un auto rojo casi nuevo y cursaba el último año de medicina en la universidad, yo no tenía tanto carteles como ella, solo le dije que me llamo Omar y que venia de Perú en plan de aventura. Por alguna razón, empiezo a caerle bien a la gente después de decirle que soy peruano, como si mis paisanos tuvieran buenos antecedentes por aquí, además, sospecho que si les digo que soy holandés, no me van a creer.

Tengo que seguir con esta travesía solo, por todo lo que ha pasado, ya no tengo esperanza con mi tangamandapiana, debo quitármela de la cabeza. Desde que conocí a Gabriela, los planes de este viaje han cambiado, me ha invitado a Cuernavaca, para ver un juego, yo deseo llevarla a Acapulco para disfrutar de la vida, y disfrutar de ella. El concierto esta por comenzar, para mi buena suerte no estaré solo esta vez, me acompaña una chica linda. Grisell me cuenta que le gusta la música de Oceransky, los poemas de Edel Juarez, me dice que es amigo de Salvador Aviña, que me lo va a presentar después que cante, Carlos Carreira se me cruza cuando me disponía a comprar un disco, se toma una foto conmigo y me agradece haber venido desde tan lejos para verlo. Este concierto ha reunido a los mejores trovadores de México y yo tengo la suerte de estar en primera fila para verlos a todos.

Grisell me cuenta que ha terminado con su pareja hace un mes, que no la extraña porque ocasionalmente sale con otras personas y eso la ayuda a olvidar, me dice que si un clavo no saca otro clavo, es necesario usar más clavos, debo admitir que es muy buena su filosofía. Yo le cuento que vine desde tan lejos para buscar a alguien que quise mucho, pero que no me dejan verla. Ella me ofrece su celular para mandarle un mensaje, se porta muy amable conmigo, me pide mi número para llamarme un día para salir y pasear por la ciudad, me avisa que habrá otro concierto en Puebla, que si acepto ir, ella se encargara de llevarme y traerme de regreso en su hermoso auto rojo. No puedo creer la suerte que tengo, esta ciudad me ama, me ama de verdad.

Me encanta oír a Grisell entonar los temas de Fernando Delgadillo, tomar todas las fotos que pueda con su celular, me encanta su perfume, su cabello largo, me encanta que siga a mi lado toda la noche, que se ría conmigo, que celebre mis bromas, me encanta que el destino la haya puesto en mi camino. El concierto esta por terminar, me quedo a charlar detrás del escenario con Raul Ornelas, Edel Juarez y Rodrigo Rojas, mientras Grisell me observa asombrada, quisiera acercarme a ella y darle un beso, pedirle que se vaya conmigo a un hotel, desnudarla y desnudarme, hacerla suspirar de pasión este domingo intenso, luego tomarnos un café y pactar otro encuentro entre semana. Quería tener una historia con ella, un romance de tres noches, una despedida entre sabanas y una promesa de no contárselo a nadie. Quería tantas cosas contigo Grisell… lastima que solo te gusten las mujeres.

domingo, 18 de julio de 2010

MUERTOS EN EL CLOSET


Estando en la discoteca con Mariela y sus amigas, note que en un rincón oscuro y solitario había una mesa llena de los mejores tragos, en aquella mesa estaba una mujer algo regordeta, con unos lentes gruesos y una ropa estrafalaria, moviéndose al ritmo de la música. Yo siempre he sido un tipo que ve más allá de la ropa y el aspecto, pero cuando vi a esta muchacha, quise quitarle el disfraz y el peinado ridículo que tenia, dejando un vacio espantoso. Llegando a la conclusión de que aquella mujer, era fea de verdad.

No soy prejuicioso, pero en serio que no tenía nada que rescatar, todos los caminos me decían que esa mujer podía tener varios muertos en el closet, hartos secretos que nunca saldrán a la luz mientras ella viva. Y como la discoteca también era un karaoke, no quedaba duda que ella se atrevería a cantar en cualquier momento. No paso ni diez minutos desde que llegamos cuando subió al escenario y todo el publico coreaba su nombre: “Carola, Carola”. No lo podía creer, esta mujer de aspecto estrafalario y sonrisa idiota era la más famosa del lugar. Lo peor vino después, cuando Carola empezó a cantar, tenia una manera horrible de entonar las canciones, lo juro por dios, era tan fea que no le salían gallos al cantar, sino una estampida de murciélagos. Lo más raro, es que la gente aplaudía a rabiar sus canciones, como si fuese su mejor versión inédita.

La noche transcurrió muy pacíficamente, Mariela subió al escenario a cantar con sus amigas “Hacer el amor con otro”, era la mejor de las señales, hoy seria mi noche, yo siempre quiero ser “el otro”, lo formal me asusta y me empalaga. Las copas aumentaban, mientras más ebrio estaba, Mariela era más deseada, no podía esperar el momento de tenerla en su cama, hacerla mía, con todas sus consecuencias. Pero según como decía la regla, “mientras mas trago bebe uno, las mujeres son mas lindas”, no se cumplía esto con Carola. Ella era tan fea que rompía toda regla, a veces pienso que aquella noche me embriague tanto, solo para saber si su fealdad se vería minimizada por el alcohol, cosa que nunca sucedió. Carola seguía siendo el mismo esperpento que conocí al entrar a la discoteca.

Eran las tres de la mañana y dieron el aviso que la discoteca estaba por cerrar, esto debido a una medida hecho por el gobierno para frenar la violencia, todos los locales deben cerrarse después de las tres. Por eso siempre me gustó irme a la plaza Garibaldi, será mucho más peligroso que Chapultepec, pero al menos te diviertes toda la noche sin restricciones, salvo por el imponderable de ser asesinado por un militar ebrio.


Era hora de retirarse, recogimos nuestros abrigos y yo me disponía a irme al baño antes de salir. Fue cuando al pasar por aquella mesa de Carola, tan lleno de whiskys, tequilas y todos los tragos inimaginables, todos vacios, me vi con la sorpresa de ver al mesero detrás de los vestidores, con el pantalón abajo, con cara de goce y a la vez de temor, acariciando el cabello de Carola que yacía inclinada, teniendo una cita aparte con los genitales de este chico. Estaba tan ebrio que no se qué tan real pudo haber sido esa escena, solo recuerdo que pregunté sobre Carola, y me dijeron que ella era la hija del dueño de la discoteca, que le gustaba venir todos los sábados a embriagarse, tratar mal a los empleados, romper todo y a veces, cuando andaba de buen humor, dar buenas propinas a cambio de “favores especiales”.

Una sonrisa dibujaba mi rostro, me sentía tan complacido de no equivocarme con aquella chica, de todavía poder ver lo que muchas personas ocultan detrás de sus disfraces. Aunque después hice mis cuentas detenidamente, una mujer poderosa, que disfraza sus miserias, alcohólica, de mal genio y que consigue lo que quiere a toda costa, aunque eso signifique joder al que tiene en frente. Pude entender que esta chica era una de los nuestros, pude reconocer mi propia especie, y entonces la dulce Carola empezó a caerme bien. Tome mi abrigo, abrí las cortinas y con el mesero aun gimiendo (de miedo o de placer, nunca lo sabremos), pude lanzar dos palabras y despedirme de aquella mujer que hasta ese momento, imagino que nadie la estaba mirando… “Adiós Carolita”.

lunes, 12 de julio de 2010

LOBITO FUTBOLERO


Este lobito entre todas sus adicciones, hay una muy especial que cada cuatro años se acrecienta en mayor escala: el futbol. Yo jugué futbol desde muy chico, usando una pelota de trapo, un limón o un calcetín enrollado, en las pistas, el salón de clases o el parque de la esquina. No era un gran futbolista, tuve buenos momentos, pero nada que pudiera quedar grabado en la historia futbolística, solo era un aficionado empeñoso. Pero ver futbol siempre me gustó, por ese motivo, cada cuatro años, mi vida entra en un trance, dejo mis planes de lado, pospongo mis otros placeres, a veces hasta dejo algunos trabajos, para poder disfrutar en toda su magnitud, el más grande evento que pueda existir para adictos como yo: el campeonato mundial de futbol.

Era un día de semana, estaba a punto de jugar Brasil, cuando Vanesa me llama al celular, contándome que se ha peleado con su novio y que quisiera verme para “conversar”. Siempre que Vanesa quiere conversar, terminamos en la cama, no sé si es por sus ganas de desquitarse con su novio o porque soy un buen amante (sospecho que es lo primero), pero a vísperas de un gran partido no se que responderle. Al final, tomo una decisión salomónica, la cito en un hotel dentro de media hora, ella acepta sin reclamos, como sintiéndose descifrada en su raro lenguaje de mujer. Llego al hotel, lo primero que pido es una habitación con pantalla grande, me dan el numero 305, entonces espero a Vanesa mientras me doy un baño.
Vanesa llega algo enojada, se queja del tráfico, de los buses repletos, de los viejos verdes que la miran y le lanzan groserías. A mí no me importa lo que ella me cuenta, casi no le presto atención, yo ando preocupado por Brasil, porque pueda perder y no logre clasificar a la siguiente ronda, pero como buen farsante le pongo una mirada de concentración alucinante, cualquiera que me viera diría que estoy indignado por todo lo que Vanesa me dice. Pero no pudimos esperar más, en menos de cinco minutos la desvestí totalmente, la recosté sobre la cama y nuestros cuerpos bailaron sobre las sabanas. Siempre es un enorme placer hacerlo con Vanesa, pienso que seriamos la pareja perfecta, salvo por que ella tiene novio, y porque yo no la soporto después de hacerle el amor, en realidad creo que no soporto a nadie, ni siquiera a mí mismo.

Vanesa se sigue quejando del clima, de la burocracia en los trámites para su divorcio, del acoso casi sexual de su supervisor en el trabajo, se queja hasta de lo que nunca sucederá, me pregunta si todos los hombres son iguales, si está condenada a aguantarle las mentiras al novio. Yo le digo que anda muy sensible últimamente, si está probando alguna droga o medicamento que haya afectado su lado emocional. Ella me dice que el único cambio que se ha hecho, es quitarse la T de cobre y ponerse inyecciones para no salir embarazada. Eso lo explicaba todo, los cambios de humor y los quejidos constantes eran culpa de los farmacéuticos. Pero eso no me importaba, dentro de unas horas y unas sesiones amatorias mas, Vanesa se iría y no la tendría que ver quizás por varias semanas, hasta que vuelva a pelearse con el novio.

Ya es casi la hora del partido y enciendo el televisor para disponerme a ver el futbol. Vanesa se queja una vez más, del porque los hombres se ocupan en ver el futbol y no en escuchar a sus novias, ni en atenderlas “como ellas se merecen”, diciendo esto, toma el control remoto y le cambia al canal donde está pasando una pinche novela mexicana. Esa fue la gota que derramó el vaso. Me paro frente a ella aun desnudo, la miro con rencor y le digo que en primer lugar no somos novios, que nunca seremos novios, en segundo lugar que no tengo la culpa que su pareja sea un idiota que la haga enojar cada fin de mes, y en tercer lugar, que nunca jamás se atreva a cambiarme el canal de futbol, porque si hay algo que me fascina mas que hacer el amor con ella, es ver jugar a Brasil en un mundial. Vanesa no termino de escucharme y ya se estaba vistiendo, se acerca a la puerta y antes de de tirármela en la cara me dice muy cruelmente: “Parece que la T de cobre te la pusieron a ti, imbécil de m…”.

Me quede solo en el hotel, total, ya estaba pagado por toda la tarde, le subo el volumen y me pongo a mirar muy atento el futbol. Mientras estaba muy cómodo recostado sobre la cama, me pongo a pensar en lo que me dijo Vanesa, de la poca paciencia que le tengo a las mujeres y la extrema afición que le tengo a un televisor. Inmediatamente hay un gol de Brasil, lo grito a todo pulmón y digo: “Si hoy gana Brasil, me compraré una vuvuzela y que se jodan todos”… que viva el mundial señores!!

jueves, 8 de julio de 2010

MONOLOGO


Te he buscado de la única manera que aprendí de la vida, dando la cara, mirando de frente, sin temor por delante pero cuidándome la espalda. He tocado tu puerta, he dejado mi nombre, mi lugar de procedencia, pero todos te negaron, le han temido a nuestro encuentro, a mis preguntas complicadas, a las explicaciones que no pudiste maquillar. Me he convertido en el villano, el maniático enfermizo que tira a matar, el irresponsable que no mide sus palabras, un pobre loco que no se dio cuenta que el tiempo ha transcurrido sin el… hay que aprender a perder.

Me quedan algunos días en tu ciudad, quedan lugares por conocer, camas que invadir. Tengo el nombre de una mujer que no lo puedo decir, pasiones encontradas que no puedo confesar, soledades compartidas que en noches como esta, son fáciles de consolar. Una casa de tres pisos con balcón, paredes blancas, habitaciones sin puertas, un auto azul de medio uso, unas sabanas húmedas que hacen juego con el balón de fútbol que descansa en la repisa. La memoria sigue intacta, a pesar del alcohol y las mentiras. Antes de que amanezca… te tengo que olvidar.

He salido a buscarte dos veces por mi propia cuenta, perdiéndome entre las calles sin nombre, ninguna pecera sabe donde vives, ningún taxista te vio pasar, esto de querer encontrarte, es hallar la aguja en un pajar. Al final de todo, siempre termino en Garibaldi, con una cerveza en la mano, pagándole a un mariachi para que cante “cielito lindo”. Mientras tanto te imagino llegar por esa calle, con tu traje de maestra, disimulando el dolor en la pierna, tu cabello sobre los hombros y tus pecas escondiéndose detrás de esa blusa. Me despierta el viento tibio, el trinar de los acordes, y un coro chillón que dice… “ayayay canta y no llores.”