domingo, 31 de octubre de 2010

RECICLADOR NOCTURNO III


No tardé mucho en encontrar los papeles con su nombre, ella nunca desapareció, solo quiso apartarse de mi vida, sin ir muy lejos, sin estar muy cerca, solo apartarse. Yo respeté su decisión, aunque una vez por semana la extrañaba, sobre todo de noche, cuando la luna me decía que sobre mi cama no quedaban ni migajas.

Se llamaba Yessica, cuando la conocí ella tenía novio, pero conmigo perdió los estribos, le llamo la atención mi simpleza, la forma como digo las cosas y la velocidad a la que vivía. Fuimos amantes, ella pensó que yo siempre estaría dispuesto cuando ella lo pedía, porque mi amor era muy grande, que no me importaba lo demás. Ella creía que ser la mejor de mis prioridades, hasta que una noche le demostré lo contrario. Cuando descubrió que tenía otra amante. Alguna vez me dijo que había pensado dejar a su novio por mí, porque empezaba a sentir cosas diferentes, porque yo le mostraba nuevos mundos. Pero todo se desvaneció y nunca más me buscó, de alguna manera siento que yo lo arruiné.

Tres años después volví a aparecer en su vida, la esperé frente a su trabajo, donde ahora es supervisora de ventas (antes ganaba el doble de lo que ganaba yo, ahora ni me lo quiero imaginar), se sorprendió al mirarme tan distinto, aceptó caminar conmigo mientras me contaba su vida. Nuestros caminos se habían distanciado mucho, nos sentimos distintos, hasta que le invite unos tragos, entre risas y medianoches empezamos a reconocernos, a escarbar entre los restos de lo que fuimos. Luego de tres salidas terminamos en un hotel que lo pago ella, me pareció buen momento para preguntarle porque no se quedo conmigo. Me dijo puso las cosas en una balanza, que alguien que vive tan de prisa como yo, generalmente nunca se queda en un solo lugar, que iba a salir huyendo en algún momento, porque le tenía miedo a los compromisos, que único cierto sobre mí, era que un cobarde para las relaciones serias. Por eso prefirió a su novio que tenía un trabajo estable y un pensamiento más acorde a los hombres de su edad. Lo entendí y lo acepte, a veces uno no puede vencer su naturaleza, somos lo que nos toco ser.

Solo nos vimos un par de veces más, porque descubrió en mi celular que no era la única con quien me seguía acostando. Las mujeres tienen cierta filosofía sobre sus amantes, aunque sea deshonesto no permiten que exista alguien más que ellas, les gusta compartirse pero no ser ellas quienes compartan. Se fue de la habitación lanzándome insultos, maldiciendo el día en que la busqué, pidiéndome que nunca más me cruce en su camino, pero su cuerpo fogoso e insaciable me había dicho lo contrario veinte minutos antes, ya el tiempo decidirá lo que pasara después.

Llego a mi habitación a revisar aquella caja vieja con los números telefónicos y nombres perdidos, sin embargo miro frente a mi ventana un lugar donde antes habité y no he logrado volver. Desde mi balcón puedo observar aquella casa que está a dos calles de la mía, donde alguna vez fui feliz, quizás nunca fui tan feliz como lo fui con ella. Pero esa es una historia a la que me da miedo regresar, ni con todas las agallas del mundo puedo mirar a los ojos a esa mujer que pudo cambiar mi vida. No, no puedo hacerlo, regreso mis ojos sobre mi caja vieja y me pregunto, de cuantos nombres esta hecho mi pasado.