sábado, 29 de enero de 2011

VUELTAS DE CAMPANA

Recuerdo cuando tenía diecinueve años, estaba preparándome para dar mi examen de admisión a una escuela técnica, obligado por mis padres he pasado dos meses enteros estudiando como un desquiciado, aunque sea difícil de creer, me sabía casi todos los temas, eran libros enteros los que releía con mucho ahincó. Ese fin de semana tuve una gran recompensa, pues en pleno examen dos tipos bien vestidos me pidieron el favor de soplarle algunas respuestas, eran unos tipos algo mayores y de aspecto solvente, me pase la hora pasándole las soluciones sin que los supervisores me pillen, solamente por la gran sensación de sentirme solidario.

Luego de terminar mi examen, aquellos chicos me invitaron el almuerzo y también unas bebidas, prometiéndome que si ingresaban a dicha escuela me iban a premiar de manera generosa. Aquella tarde cuando fui a ver las notas finales, pude ver mi nombre en el primer lugar (me han dicho que no soy un chico tonto, sino solo distraído), para mi buena suerte, aquellos tipos también habían ingresado, así que la celebración no se hizo esperar. Llamaron a unas amigas del trabajo y tomamos un taxi hacia un bar conocido del centro de Lima. Luego de embriagarnos con las féminas uno de ellos nos invito a su casa, donde seguimos la juerga hasta caer rendidos o hasta terminar cogiéndonos a alguna chica y pasar la fiesta en un hotel, lo que inevitablemente ocurrió conmigo.

Ella se llamaba Isabel, era tres años mayor, pero nunca se lo hice notar, todo corría a mi favor mientras hacia el papel de chico educado, bien formado, estudioso y con metas por delante. Por alguna razón a las mujeres les fascinan los tipos así, como si en cada fiesta esperan encontrar al amor de su vida. Acaso de vez en cuando no les hace bien cogerse a un hombre sin vocación? Sin ganas de ver el futuro ni planes de hacerse viejo con una buena jubilación?. Yo jamás he llegado a un lugar esperando encontrar a la mujer más buena del mundo, incluso debo confesar que las mujeres buenas me aburren, detesto hablar del futuro y de la vida de los demás. Quizás llevo el rumbo equivocado, pero hasta hoy no he aprendido nuevas rutas.

Los años pasaron y yo dejé aquella escuela sin terminar la carrera, no era lo que yo buscaba. Me pelee con mis padres y no pude despedirme de mis amigos, solo salí huyendo sin permiso para no regresar. He querido buscar mi destino en el presente, intentando encontrar ideas coherentes que me ayuden a seguir, pero a veces no tener un patrón definido te enseña a vivir. No siempre te haces un experto haciendo siempre lo correcto, en los errores también puedes hallar pequeñas dosis de sabiduría. Dicen que aquel que no ha caído, nunca sabrá como levantarse. Hoy siento que mi vida ha sido una constante vuelta de campana.

sábado, 22 de enero de 2011

FELIZ CUMPLEAÑOS A MI


Es la semana de mi cumpleaños y he recibido muchos saludos, tarjetas postales, comentarios en el facebook, buenos deseos, invitaciones a comer y beber, no me puedo quejar, ha sido una gran semana, pero esta aun no terminaba.

Los amigos me buscaban para irnos a beber, mi celular ha sonado toda la semana con distintas propuestas, he ido a trabajar varios días con tan solo tres horas de haber dormido, me cite con una ex amante en un centro comercial donde me invito a cenar y se alegro de verme después de mucho tiempo, no nos acostamos aquella noche, pero acordamos hacer un segundo encuentro, con las consecuencias que eso podría tener. Pero lo mejor aun estaba por venir.

Mi amigo James me llama al celular, también mi amigo Luis. Nos encontramos los tres en el bar La Calera de Los Olivos, pedimos unas cervezas y empezamos la charla. James me confiesa que acaba de abrir un negocio propio, un burdel a quince cuadras de su casa, nadie de su familia sabe que el burdel es suyo, y el desea que ese secreto permanezca oculto. Hacemos un brindis por la nueva empresa de aquel camarada que siempre tuvo suerte con las mujeres, este paso se veía venir, no esperaba menos de él. Pero no todo queda ahí, James mete dos paquetes de preservativos en mi bolsillo y me dice que por ser mi cumpleaños, esa noche se ofrece a llevarme a su burdel y ser el gran anfitrión que nunca olvidaré. No lo pensé mucho, salimos del bar y tomamos un taxi rumbo hacia aquel lugar que dice es lo mas parecido al paraíso.

Al llegar pudimos ver un camión de patrulla en la puerta, Luis y yo pensamos que ya le cayo la mancada, que no tardaría mucho en llegar los canales de televisión y en la celebración de cumpleaños iba a aparecer en algún noticiero nocturno, mi madre iba a verme rodeado de putas y policías en su televisor, pensé lo peor. Pero todo fue solo un susto, mi amigo James decía que aquel oficial era un buen cliente, que venia cada semana para gozar de ciertos beneficios a cambio de “cuidar la zona”. El lugar era muy cómodo, amplio y acogedor, mujeres hermosas, buena música, una piscina cerca de la barra, una pista para el baile, un bar donde abundan los tragos exóticos, mi sueño ideal era combinar todo eso en una sola noche.

Amanecía y yo aun tengo aquella imagen guardara en mi mente, tanto alcohol, tantas mujeres, la música a todo volumen y las risas que llegaban de todos lados. James prometió celebrar su cumpleaños en aquel lugar, ya tenia el plan hecho, seria a puertas cerradas, solo los amigos mas íntimos (yo estaba en esa lista), cerveza y whisky sobre la mesa, todas las mujeres que pueda reclutar para ese día a disposición, y que todos los invitados estarían vestidos con sabanas como si fuese una fiesta romana. No ve la hora en que llegue ese día de la primera semana de marzo.

El sol retumbaba el vidrio de las ventanas, estoy en el bus de regreso a mi casa, llevo unas ojeras y olor a perfume barato, dos condones en el bolsillo y una sonrisa que estoy seguro me debe durar un buen tiempo, quizás hasta el cumpleaños de mi querido anfitrión.

domingo, 9 de enero de 2011

FRUSTRACIONES


Me gusta el futbol, no solo jugarlo, sino también verlo y comentarlo. Desde niño lo he practicado, he roto muchos zapatos y destrozado muchos vidrios, las ventanas de mis vecinos supieron de mí. Mi padre me metió en una academia donde podía jugar torneos nacionales e internacionales, yo no era un gran futbolista, pero si cumplidor. Nos llego la noticia que empezarían las giras, íbamos a participar en un torneo de Chile, Luego viajaríamos a Brasil y después a Ecuador para competir, pero tres semanas antes me lesione la pierna, fue una rotura de ligamentos que me impidió caminar por un buen tiempo, me alejo del juego, de la vida social e inevitablemente me alejo de viajar en la gira con mi equipo.

Desde aquel día deje el futbol como deporte principal, para volverlo un pasatiempo. A veces me hubiera gustado ser una estrella, no era bueno, pero era el sueño de todo chico de mi edad. Ahora debo reconocer que soy un futbolista frustrado.

Una noche conocí a Laura de Luna, una hermosa chica que tocaba en un pequeño bar del centro de Lima, nos hicimos amigos a pesar de no tener casi nada en común, quizás solo la afición por la música de Joaquín Sabina. Aparte de su belleza, yo admiraba su manera de tocar la guitarra, la pasión al recitar sus canciones. Un día la hermosa Laura se ofrece hacer una canción partiendo de un escrito mío y quizás cantarla juntos, yo le prometí que para el próximo fin de semana le tendría listo un texto muy bueno, estaba ilusionado, animado, creo que sobreexcitado, siempre quise ser un cantautor, hacerme conocido por mi talento para las letras.

Pero fue muy trágico estrellarme con mi realidad, yo no tengo ningún talento para las letras, han pasado cuatro meses y no he podido escribir una sola estrofa. Cada cosa que escribía terminaba en la basura, no se si fui muy exigente conmigo mismo o tal vez solo soy malo para estos menesteres. He sabido asimilar la cruel verdad, que soy un cantautor frustrado.

Mientras escribía cosas sin sentido en un blog desconocido, encontré una lectora mexicana que se digno a hacerme caso. Me dijo que se había enamorado de mí, que haría lo posible para llevarme a su país, casarse conmigo, tramitar los papeles para que yo pudiera tener la ciudadanía y ser felices por toda la eternidad.

Pero pronto entendí que la eternidad no dura más de siete meses. Aquella muchacha entendió que conmigo no había futuro (mucho trabajo para entender a alguien como yo), que existen mejores tipos, sin la enorme necesidad de traerlos desde tan lejos. Me regalo una visa, me dio un beso de despedida y prometió no olvidarme jamás. Aparte de entender que el “jamás” en las mujeres dura menos de tres meses, también pude aceptar la enorme realidad de que ya no seré un ciudadano charro, que no podre hablar con ese acento tan melodioso que me gustaba un chingo. Ni modo, he pasado a ser también un mexicano frustrado.

Tiempo después pude viajar a México, donde me di la gran vida sin el menor limite. Entre los banquetes de comida, los conciertos, los museos de arte y los bares nocturnos, conocí a una mujer de Oaxaca, con algunos años mayor que yo. Nos embriagamos en la Plaza Garibaldi y dormimos juntos en su hotel. A la mañana siguiente me pidió que me vaya con ella a su ciudad por dos semanas, donde tenía un rancho muy grande, yo iba a ser su huésped. “Y por las noches serás mi chingon (amante)” me decía en tono cariñoso. Por las noches ella se escabulliría en mi habitación mientras todos duermen, todos, incluso su marido.

Pero las fechas no coincidían, cuando la conocí mi boleto de regreso se vencía en dos días, además, yo no estaba en condición de arriesgar el pellejo de esa manera. Tuve que desechar la oferta de aquella mujer que pudo haberse convertido en la última, la que dibuje una disculpa en mi epitafio. Aceptando mi triste destino, el de ser un chingador frustrado.

Mientras tanto la vida transcurre, el tiempo nunca tiene remordimientos, solo apura el reloj y sigue su paso. Me he llenado de frustraciones de lo que quise ser, pero nunca me dio el menor remordimiento, porque cada frustración llevaba una experiencia, una vivencia siempre te deja un aprendizaje. Y es lo que yo soy, un conjunto de vivencias, buenas o malas, que me han convertido en un contador de historias (un contador mediocre, pero ese no es el punto), que anda por el mundo aprendiendo a vivir. Si señores.