viernes, 3 de septiembre de 2010

AMANTE O SUPERHEROE?



Vanesa es la mujer mas extraña que he conocido en mi vida. Tardé dos salidas con ella para poder llevármela a la cama, desde ese día han pasado tres años y nuestros encuentros siempre terminaron en el mismo lugar: sobre las sabanas de algún hotel barato. Nuestra relación no es de una pareja formal, porque en todo ese tiempo ella ha tenido tres novios y yo solo una novia, lo nuestro es algo bizarro, ni yo mismo me lo puedo explicar. Conozco a su novio oficial, lo he visto tocar en algunas discotecas a donde me llevaban en contra de mi voluntad (a veces hay que acompañar a los amigos para no ser el aburrido del grupo), debo reconocer que es más alto que yo, mis amigas dicen que es mucho más guapo que yo, incluso hasta la propia Vanesa me ha confesado, para mi tristeza, que su novio la tiene más grande que yo.

Sin embargo una o dos veces al mes, ella y yo la pasamos muy bien demoliendo hoteles. No nos pesa la conciencia, nadie llora al despedirse, solo me quedo siempre con la pregunta entre los labios: porque diablos siempre termina buscando otro encuentro conmigo?. Sé que no soy un gran amante, algunas veces la he terminado asustando por mis ocurrencias en la cama. Tampoco soy un tipo atento y cariñoso, ya que una vez le dije que prefería ver el mundial de futbol antes que coger con ella. Mucho menos soy un buen amigo, casi nunca la llamo, ni le escribo correos, solo la he saludado una vez en navidad. Quizás mi único merito, si se le puede llamar así, es hacerla reír y tratar de darle la razón en todo lo que dice, aunque a veces no tenga idea de que me habla. Aunque parezca difícil de creer, para Vanesa yo soy un mal necesario.

Es fin de semana y me eche a dormir hasta muy tarde como un haragán. Suena mi celular, es Vanesa buscando encontrarse conmigo en una hora, en el hotel donde estuvimos la última vez. Me di un baño con agua fría, me afeite y perfume como si fuese mi cumpleaños, pero al salir de mi habitación, encontré a mi sobrino Edison sentado en el sofá, leyendo su libro de historias mexicanas de terror. Le pregunté que hacía solo en casa y me dijo que sus abuelos lo dejaron a mi cargo, que debía esperarme a que despertara para que lo llevara a pasear y que lo alimentara como se merece. Cada vez que salgo con mi sobrino el tiempo se hace corto, no tenemos un itinerario escrito, podemos empezar alimentando a las palomas en la plaza central y terminar comprando historietas en algún mercado al otro extremo de la ciudad o comiendo una rica pizza frente al mar. Me gusta pasear con Edison, pero ya llevaba más de tres semanas sin acostarme con nadie. Entonces me encontraba en un dilema, ser el amante bandido con Vanesa, disfrutar de su cuerpo y sus caricias, de la mucha ingenuidad que le tiene a mis mentiras, o ser el superhéroe de siempre con mi sobrino, el que lo divierte con sus bromas, el que le compra los helados aunque la tarde se ponga fría, el que se vuelve un niño a su lado para seguirle sus juegos.

Anocheció de prisa, el tiempo pasa rápido cuando no miras a tu alrededor. Llevo en el maletín unos libros de Simbad, unas figuritas de Rey Misterio y unos anteojos que brillan en la oscuridad. La comida china siempre es un placer cuando cae la tarde, puedo ver a mi sobrino sonreír mientras el viejo Matías lo dibuja en una caricatura que luego firmara con mucho cariño. Todavía nos queda caminar muchas calles, adivinar de qué color será el próximo autobús que pase, o decir el mayor número de palabras que empiece con la misma letra. Es la tercera vez que tengo que elegir entre irme a la cama con alguien o salir con mi sobrino, siendo el pequeñín el que ha ganado todas las disputas. He apagado el celular para ahorrarme los insultos de Vanesa, porque estoy seguro que ella no entendería que, amantes existen muchos, pero superhéroes… ya quedamos muy pocos.

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