miércoles, 4 de marzo de 2009

MARICON NOCTURNO


Julissa tenia apenas dos días de haberse mudado a mi calle, todos habíamos notado lo bien que estaba, no era para menos, había heredado la voluptuosidad de su tía Rebeca, a quien todos los chicos deseábamos en secreto y en nuestras noches solitarias la evocábamos en silencio con nuestros pensamientos mas degenerados. Éramos unos adolescentes en busca de placeres fogosos, queriendo saberlo todo en cuanto al sexo, sin medir la consecuencia de nuestros actos.
Yo no tarde mucho en llegar a hablar con Julissa, le mostré los alrededores de la zona y también le presente a los demás amigos de la cuadra, que no eran pocos. Pero entre los amigos habían otros lobos que querían comerse a esa caperucita de buenas piernas y pechos bastante desarrollados para su edad. Entre ellos estaba mi amigo Julio que apenas me llevaba un año en edad, pero varios siglos en recorrido, tenia mas calle que yo y eso no se podía discutir.
Pero aun así, yo no me daba por vencido y estaba dispuesto a usar todas mis armas (las pocas que tenia, pues apenas contaba con dieciocho años, no sabia casi nada), la invitaba a caminar, le pagaba los refrescos, le hablaba de mi, pero sin dejar de tartamudear por los nervios, avanzaba lo mas que podía a ver si por ahí al menos podría robarle un beso.
No se como empezó todo, pero los últimos días que la veía la sentí mas distante, como ajena a mis palabras, al mismo tiempo que me preguntaba mas de mi vida, si alguna vez tuve novia o si he tenido alguna experiencia con mujeres, yo respondía muy ligeramente, le dije la verdad, que tengo poca experiencia y que no se mucho de las chicas. Pero en vez de emocionarla, note que estaba como analizándome cada palabra y gesto que hacia, me sentí raro, como cohibido, así que mejor deje de verla por unos días. A la siguiente semana, cuando pasaba por un parque, vi a mi amigo Julio besando y tocando a Julissa bajo la oscuridad de un árbol. Sentí rabia e impotencia de no ser yo el que estaba ahí con ella, pero lo que aprendí desde chico fue aceptar las derrotas y esperar la siguiente batalla. Mas tarde, cuando vi a Julio le dije haberlo visto besando a la chica que me gustaba, él muy fresco y como buen amigo que ha sido desde la infancia me confeso haber usado una treta en contra mía para poder lograr su cometido. Me dijo que le había dicho a Julissa que yo era gay, por eso nunca había intentado siquiera besarla, que me gustan los chicos y que me daba vergüenza decirlo, como el me conocía desde niño sabia mi "gran secreto".
Al principio me enoje un poco, solo un poco, luego me eche a reír por las cosas insólitas que las mujeres suele creer a los chicos, después supe reconocer el ingenio de mi amigo para lograr acostarse con esa chica que tanto me gustaba, respete eso y lo acepte. Total, yo en su lugar hubiera hecho lo mismo, así que no había resentimientos, el era mi mejor amigo, era como un maestro y hasta me honraba saber que uso una trampa tan sucia como esa para poder ganarmela.
Nunca le dije la verdad a Julissa, nunca le aclare sobre mis supuestos gustos raros, pensé que si ya no podía ganar esa batalla, no había que hacer mas esfuerzos por mantener la paz, no me importo que se corra el rumor, pienso que son los riesgos que se corre, nunca dude de mi sexualidad para ir temiéndole a los rumores. Además, estaba seguro que si la vida es circular, pronto esa chica y yo tendríamos nuestros "cinco minutos" para aclarar nuestras diferencias, pues yo no iba a seguir siendo un chico inexperto, los años te dan malicia y las mujeres nunca están contentas con lo que oyen, prefieren comprobarlo ellas mismas. Como sucedió algunos años después... pero esa es otra historia.

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