miércoles, 11 de marzo de 2009

EL PEOR DE TODOS


Todos en algún momento hemos tenido batallas perdidas, hemos tocado retirada en plena guerra o hemos alzado la bandera blanca en señal de rendición. Somos cazadores, primitivos, con instinto animal, pero no somos perfectos, no somos maquinas que todo nos salga como lo planeamos. Pero pienso que la peor batalla no es la que se pierde, sino la que todos se enteran cuando se ha perdido, la humillación de ser el perdedor de la noche.
Mi amigo Javier es un tipo algo fuerte, de contextura gruesa, un metro ochenta de estatura, muy alto pero con cara de bobo, de poca experiencia pero con mucha valentía para aprender. Le toco estar en una reunión de amigos y amigas del barrio, entre las amigas se encontraba una chica llamada Jenny, algo de metro cincuenta de estatura, bajita, de caderas frágiles, senos pequeños, con pocos años pero con mas experiencia que muchos en esa reunión.
Los tragos y las bromas iban transcurriendo, la noche aun era joven, poco a poco los cuerpos se ponían calientes, mi amiga Jenny puso la puntería sobre Javier, él no se mostró indiferente, por esas cosas que hacen los tragos y la amistad, ambos se cruzaron en la puerta del baño, acercaron sus labios y se besaron tan fuerte que luego Javier la metió al baño y cerro la puerta. Lo que ocurrió ahí nadie lo sabe, pero todos lo sospechamos, al cabo de unos minutos ambos salieron algo ruborizados, se pusieron en su lugar y no querían dar comentarios, al menos por el momento.
Lo que ocurrió después fue un fiasco, una vergüenza para el género masculino. Jenny lanzo toda su artillería contra mi amigo, dijo que era un “grandazo por las puras”, “un inútil total”, para luego sentenciarlo con el peor de los calificativos: “fue el peor polvo de mi vida” y estallar la risa de todos. Fueron las confesiones tristes de una mujer que sabia mucho de esos menesteres, alguien que tenia varios records guinnes en su currículum, toda una autoridad para dar calificaciones. Mi amigo tuvo que enfrentarse a las burlas y pesames respectivos, estaba muerto en vida, descalificado totalmente para un nuevo affaire, sobre su espalda habia que escribirle una X y poner con letras grandes "Producto dañado de fabrica", para evitar proximas lamentaciones. Pero esa noche no había ningún velorio, no había porque ponerse tristes, estaban celebrando una reunión de amigos y cómplices de aventuras. Uno de los que estaba mas borrachos se puso de pie y alzando su vaso exclamo: “Un brindis por el peor de todos”. Son gajes del oficio… Salud!!

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