sábado, 23 de julio de 2011

EXPEDIENTES SECRETOS III



La conocí en mi trabajo, vino acompañado de un amigo que era policía, el tipo sentía cierta admiración por mi, aun no entiendo porque, pero decía que me ganaba el dinero de la manera mas haragana que había visto. en parte tenia razón, me pagaban por hacer muy poco, y si lo hacia mal, igual me llenaba los bolsillos. Y como si eso no fuera suficiente, podía pedirle el numero a mis clientas y luego invitarlas a salir, sin que nadie me reproche por eso. Eran buenos tiempos, época de vacas gordas, sexualmente hablando.

Luego de algunas bromas, algunas historias contadas, el tipo tuvo que ausentarse y me dejo a solas con su acompañante. No pude evitar hacerle la charla, no fue difícil saber su nombre, Yasira. Los planes de Yasira eran imprimir unos avisos con su nombre, donde decía que seria la futura congresista del país. No tarde en sonreír, aquella mujer era guapa, elegante, pero no parecía por ningún lado ser una política. Le dije que se dedicara a otra cosa, que no gaste su dinero en metas imposibles, ella me tomo de la mano algo enojada, y me dijo: "Cuando este en el congreso, voy a ver tu cara de idiota y me dirás lo mismo que me dices ahora". Yo seguí sonriendo y mientras soltaba mi brazo le dije: "tu ingenuidad me fascina, yo votaría por ti, solo al verte caminar se me pone la cara de idiota. Pero aun así no ganaras". Ambos nos reímos, me pidió que la ayudara, que le cree un correo electrónico y la asesore en publicar sus propuestas en una pagina de Internet. Hice todo lo que me pidió y nos hicimos amigos, me dio su numero y prometimos encontrarnos en otra ocasión.

Yasira vino varias veces a mi trabajo a conversar, a contarme de sus hijos, uno de ellos era juvenil en las inferiores de un club de primera, la otra estaba casada y vivía en España con su esposo. Yasira se sentía sola, no vivía con ninguno de los dos, y eso la ponía mal. Y entre tanta charla terminamos en su casa, un departamento pequeño por el centro de la ciudad. La noche hizo lo suyo, mientras ella dormía soñando con una vida mejor, yo observaba cada rincón de su departamento, buscando respuestas a mi historia. Fue entonces que vi fotografías en ropa de gala, bikinis llenos de adornos, en escenarios fastuosos. Aquella mujer sola, triste y soñadora, era una vedette de los años ochenta, algo famosa. Había recortes de periódicos, revistas de la época, cuadros en la pared con personajes conocidos de la farándula local. Era un pasado bello, una etapa llena de luces y lujos que alguna vez tuvo que terminar. Entendí que la vida es un tren que te lleva de estación en estación, dejando todo a su paso, sin preguntas ni cargos de conciencia. La vida se renueva a cada momento, no es bueno aferrarse al pasado, pues terminamos hiriéndonos a nosotros mismos.

No volví a ver a Yasira hasta mucho tiempo después, cuando paso por mi trabajo de la mano de su pareja, un tipo de su edad y de aspecto adinerado. Quise suponer que fue feliz, que la vida le dio otra oportunidad, tampoco llegó a ser elegida en las elecciones como se lo predije. Pero eso es solo un detalle. Andamos de calle en calle, sin saber lo que nos espera en la siguiente esquina, reímos, lloramos, amamos casi por instinto, no por convicción. Y cuando miramos hacia atrás preferimos encontrar respuestas en vez de preguntas.

Hace una semana leí en los periódicos: "famosa vedette de los años ochenta padece terrible enfermedad". Los sueños suelen terminar, sobre todo cuando el olvido llega en forma de huracán para arrasar con todos los recuerdos. No era justo que alguien que vivía del pasado, pronto tendría que olvidarlo irremediablemente. Jamas entenderé los caprichos del destino. Me imagino un día ya no tener que escribir porque ya no recuerdo nada de lo vivido. Y cuando alguien me haga leer este blog pueda decir: "esto alguna vez sucedió??"

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