domingo, 1 de agosto de 2010

ESCRITOR NOCTURNO


Todavía tengo algo de dinero, pero no tengo con quien salir. Los días entre semana son los peores, todos andas ocupados en sus trabajos. Decido salir solo, a ver qué es lo que la noche tiene deparado para mí. Un taxista de nombre Mauricio me llevo a conocer el mejor puterio de la ciudad, donde tomaba algunos tequilas y me marche. El tipo viendo lo poco que duré en ese lugar, suelta una frase que me toma de sorpresa: “Es usted marica señor?” preguntó, mientras conducía su auto a toda velocidad. “No, lo que pasa es que no me siento muy a gusto. Solo me gusta disfrutar el ambiente” le confieso mientras observo las calles que de noche se ven distintas. “Bueno, porque si es un marica, lo puedo llevar a un antro de maricas” me dice él con tono pícaro. “Bueno, la noche aun es joven, llévame a ese lugar, me gustaría conocerlo” le digo, viendo su cara sonriente, como si hubiese descubierto algún secreto. Llegamos a la “zona rosa” donde hay bares para todos los gustos, me bajo para entrar a alguno de ellos, pero antes de cerrar la puerta el taxista me pregunta: “Señor, esta seguro que no es marica?”, le respondo que no lo soy, pero que me mata la curiosidad de ver ciertos lugares. El tipo sigue riendo, como no creyendo lo que le digo.

Entro al bar, pido un trago y me siento a ver ese mundo, mirando cada lugar, cada esquina, cada detalle, en busca de algo distinto a lo que venía escribiendo. Salgo del lugar con el número telefónico de Tony, un español muy amable y aventurero, también de Luana, una travesti exuberante y la dirección de Paola y Alejandra, una pareja de lesbianas con gran sentido del humor, que harán una fiesta dentro de cuatro días en su departamento. No puedo ocultar mi sonrisa, la he pasado muy bien con mis nuevos amigos. Mauricio al verme tan contento arremete nuevamente: “Señor, Ud. es un marica, no lo puede negar”. Entonces le cuento mi verdadero secreto, que vengo de otro país, donde me gusta escribir historias y algunas de mis vivencias, que luego salen publicados en mi blog de internet, que eso es lo que quiero hacer, salir de noche en busca de historias. Mauricio me mira medio confundido y me dice: “Déjeme ver si lo entiendo señor. Usted sale de noche solo, entra a un puterio y se va sin cogerse a ninguna vieja. Luego va a un bar de maricas y sale contento. También dice que le gusta escribir cursilerías en el internet. Oiga señor, en mi pueblo a la gente como usted los llamamos maricas”. La verdad que no puedo debatir su razonamiento, ciertamente encontré una mejor historia en un bar gay que en el burdel exclusivo, y eso ha sido mi perdición ante los argumentos de este taxista bajito, gordo y de cachetes inflamados, pero con aspecto de buen tipo.

La noche aun esta a la mitad. Le digo a mi amigo que me lleve al barrio más picante, que se diera unas vueltas por las zonas más peligrosas, marginales y polvorientas, donde ningún turista acomodado se atreve a pisar. Los ojos de Mauricio sobresaltan, me mira como si hubiese visto un fantasma “No señor, yo a ese lugar no voy ni loco”, lo miro fijamente y le digo en tono burlón: ”Mauricio, acaso eres marica?”. “No señor, no soy un marica, pero hay lugares a donde uno no puede ir, no hay que tentar al destino de esa manera” me dice como disculpándose. “La noche aun no termina, y todavía tengo en mente ir a un par de lugares después. No habrás pensado que te iba a tener paseando entre puro bar de maricas, ya te dije que yo busco otras cosas” le respondí casi en trance, obnubilado porque la noche está en su mejor momento.

Fuimos a muchos lugares, cada lugar más interesante que el anterior. La noche terminaba, ya el sol estaba asomando sus tentáculos, compre unas cervezas para tomarlas en el auto con Mauricio, mientras me cuenta de su novia enferma, de su madre consentidora y su hermana en el extranjero, sus planes de casarse y tener una hija que lo cuide cuando se haga viejo. Nos hicimos buenos camaradas, parecíamos un par de machos mexicanos, riendo a gritos, tirando las latas de cerveza por la ventanilla, eructando sin el menor reparo. Toda nuestra bravura se apago cuando un patrullero nos detuvo para inspeccionar los documentos del auto. “A donde se dirigen en ese estado?”, nos pregunta el policía sin quitarnos la mirada de encima. “Solo salimos a dar unas vueltas y se nos pasaron las copas jefe” aclaro Mauricio con un gesto de apenado. El oficial nos mira detenidamente, mira las latas de cerveza y nadie más en el auto y termina preguntando: “Un viernes por la noche y solo ustedes dos tomando…. Acaso son maricas??”

2 comentarios:

kalima dijo...

Yo tambien anduve ausente ...ahora, hace unos días volví...tengo que ponerme al día de vuestros escritos.

Me ha fascinado tu entrada, llevas razón: no siempre las cosas ni las personas , són lo que parecen.

Un abrazo amigo, desde España

Cesar Jack dijo...

jajajajajaja, que cague de risa jajajaj, ya sabia que eras marica jajaja.