viernes, 17 de julio de 2009

SACRIFICIOS DE UN SUPERHEROE

Ser tío de tres sobrinos me ha dado muchas alegrías, puedo compartir sus fiestas de cumpleaños y no pagarlas, puedo abrazarlos por conseguir el primer lugar en su escuela y no haberles comprado un solo libro, incluso puedo consentir sus berrinches cuando me piden algo y no se los doy, en pocas palabras ser tío es como tener hijos y disfrutarlos sin gastar un solo centavo.

Y no es que sea un tacaño, aunque mis hermanas digan lo contrario, solo que pienso que a un tío no se le debe querer por el dinero que gasta, sino por las cosas que demuestra. Y yo para mis sobrinos soy como una especie de superhéroe, un James Bond tercermundista, un Superman sin capa y con sobrepeso, un Batman sin antifaz, pero que por la cara de tonto que me manejo, bien merezco llevar uno. En fin, siempre estuve en sus cumpleaños, en cada uno de ellos, por eso cuando Vanesa me pidió vernos el miercoles en el mismo hotel de siempre, lo primero que hice fue llamar a mi hermana, para saber a que hora iba a celebrar la fiesta de cumpleaños de mi sobrino Edi en su escuela, ella me confirmo que la fiesta seria a la una y treinta de la tarde, lo que me dio libertad para citarme con Vanesa a las diez de la mañana y tener tres horas de intenso placer y locura entre sabanas alquiladas.


El miércoles me levanto muy temprano, me doy un duchazo, me pongo mi mejor perfume, afeito algunas partes de mi cuerpo para sentirme mas cómodo y llevo mi cámara digital, para no tener que regresar a mi casa por ella. Saliendo del hotel tomaría un taxi para la escuela de Edi y ser el fotógrafo oficial del evento. Parecía un plan perfecto, calculado milimétricamente, sin temor a errores, pero no existe el crimen perfecto.


Parece imposible de creer que a tres calles antes de llegar al hotel, reciba la llamada de mi hermana para decirme que hubo un cambio de planes, que la fiesta de Edi se adelanto a las diez y treinta, que tome un taxi esté donde esté y acompañe a mi sobrino en su fiesta con sus amiguitos de la escuela. Es difícil imaginar esa lucha interna que tuve al poner las opciones en una balanza. De un lado estaba Vanesa esperándome desnuda sobre una cama caliente, deseando besarme partes cada vez mas inmorales, con la consigna de quitarme todas las energías, en el otro plato de la balanza estaba una tira de niños babosos, haciendo bromas inocentes, lanzando gritos desesperantes, desordenando el salón de clases, rompiendo lo que hay a su paso y haciéndome preguntas que no tengo ánimos de responder.


Era mediodía en la escuela de mi sobrino, mi cámara ya había tomado muchas fotos, en los parlantes de oye una música de Yola Polastri (siempre he odiado a Yola), Edi ha abierto casi todos sus regalos, dejando los papeles regados en el piso, el grito de los niños es cada vez mas fuerte, Vanesa me ha enviado un mensaje al celular maldiciéndome como lo hace una mujer que se quedo sola en un cuarto de hotel, me dice que no la llame nunca mas. Entonces solo me queda reírme de mis tragedias y tratar de divertirme, le doy un fuerte abrazo a Edi por su fiesta, lo cargo en mis brazos y le digo que lo quiero, mientras de mi bolso se caen algunos condones que guardaba, los niños me llenaban de preguntas mientras lo recogían y me lo entregaban, las maestras de la escuela me miraban sorprendidas y sobrexcitadas al ver la cantidad de preservativos que estaba dispuesto a usar para mi encuentro. Yo solo guardo mis globitos recién comprados y suelto una sonrisita tímida mientras les digo: “Es que me equivoque de fiesta…”

2 comentarios:

Cesar Jack dijo...

si tu sobrino cuando crezca no quiere recibirte en su casa porque estas viejo, sacale el celular y muestrale los mensajes de la flaca que dejaste por estar con el, si con eso no se le ablanda el bobo metele un balazo

Almiux dijo...

huuuy si que tomaste una fuerte desicion heeee!!!!!!