lunes, 28 de junio de 2010

DE CARTON PIEDRA


Estaba caminando por Perisur cuando la vi, tenia un traje rojo y unas gafas oscuras, era ella, mi conquista del día. Para mi buena suerte, nadie mas la estaba viendo, ella era el centro de mi mundo, la que calentaría mi cama esta noche. Tenia en el cuello un cartel que decía muy clarito: ciento cuarenta y nueve pesos, era el precio de la bufanda que llevaba puesta. No esperé más tiempo, me acerco a hacerle la conversación, le dije que era de Perú, que tengo varios días en su ciudad y que estoy en busca de aventuras. Le puse mi número telefónico en el escote y salí del lugar.

Han pasado dos días y ella no me ha llamado, llevo más de dos semanas sin estar con una mujer, mi cuerpo necesita de otra pequeña dosis femenina. Voy en busca de ella a Perisur, donde me la topé la primera vez, la encuentro cerca de la tienda de joyas, luciendo el mismo traje rojo. Solo espero una señal de ella para poder llevármela, secuestrarla del lugar y vivir mi aventura de fin de semana.

Lo juro por dios, vi su señal, note un gesto que me decía: “llévame contigo”, no lo pensé dos veces, la cogi de la mano y la saque de Perisur, la subí al metro ante la mirada atónita de toda la gente, todos murmuraban, lo podía notar, pero que saben ellos del deseo y la pasión. Nos bajamos del metro y la llevé a un hotel, uno barato pero con ventana a la calle, y juntos ahí, hicimos el amor como dos desquiciados, los muros fueron testigos de las veces que la amé, sobre ese colchón desgastado, esas sabanas que perdían el color de tanto amor que se dan los amantes de la ciudad. Luego de sudar tres horas sobre aquella cama, podíamos vernos en el espejo, éramos el uno para el otro, yo un loco de remate a punto de llegar a su cúspide, y ella, un maniquí de yeso y pintura, todavía con el cartel de ciento cuarenta y nueve pesos sobre el cuello.

No puedo esperar a publicarlo en mi blog, ser el semental que todos esperan que sea, el héroe de los chicos y el patán degenerado al que las chicas cucufatas temen. Soy un mentiroso compulsivo y un infidente que cuenta hasta el más escabroso detalle de sus noches paganas, no soy un canalla sentimental, solo soy… un lobito feroz.

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