lunes, 29 de marzo de 2010

LOS HUEVOS DEL ABUELO

Mi abuelo es uno de los personajes más entrañables que he conocido, un tipo con mucha carisma y con las respuestas más ocurrentes que se puedan imaginar. Yo no he sido de aquellos niños que vivieron cerca de sus abuelos, porque ellos vivían en el campo lejos de toda civilización. Solo nos visitaban muy de vez en cuando, pero siempre era muy grato tenerlo en casa, contando sus historias, haciendo sus bromas, hablando de cómo pasa su vida en su pequeño pueblito, junto a sus perros, sus gatos y su caballo Florencio.

Mi abuelo quedo viudo desde que yo era aun un niño, hace muchísimo tiempo, pero eso no lo apartó de vivir, tenía una filosofía muy sencilla: “Hay que mantenerse contento”, siempre iba hacia adelante. Con los años se hizo muy mujeriego, junto a su caballo Florencio iba de pueblo en pueblo y tenía una conquista en cada lugar. Los chismes siempre llegaban a la casa desde tan lejos: “el abuelo ha hecho de las suyas otra vez”. Mi padre solo reía al enterarse en lo que se había convertido su progenitor, un picaflor empedernido, algunos decían que tenía buena labia, otros que le gustaba vestir muy bien, y los más malintencionados decían que era porque gastaba todo su dinero en las mujeres. Los vecinos del pueblo afirmaban que si le recortaban el sueldo a la mitad mi abuelo no conquistaría a nadie. Pero bastaba con tenerlo enfrente cinco minutos para saber que lo suyo no era el dinero sino era el carisma, era imposible no quererlo, te quitaba una sonrisa de inmediato. A veces pienso que yo me parezco un poco al abuelo, aunque su sentido del humor es inquebrantable, a prueba de balas.

Aun recuerdo que un día nos vino a visitar a la capital, yo ya era grande en esos tiempos y mi padre me sugirió llevarlo a un night club para que vea bailar a las “chicas malas”, que seguro eso le iba a gustar. Entre los amigos del barrio lo llevamos al “Gemidos”, pedimos una mesa en primera fila, el abuelo era la sensación del lugar, nadie se divertía más que él. Las bailarinas le dieron un trato preferencial y hasta las otras mesas lo miraban con curiosidad mientras el abuelo soltaba sus frases memorables, estallando en aplausos de los parroquianos. Luego también lo llevaba al estadio a ver el futbol, a los restaurantes donde vendían la mejor comida de Lima, a la Plaza Mayor para mirar a los turistas y los edificios más altos. Siempre había razones para divertirnos juntos, aunque sean muy pocas las veces que ha venido a visitarnos, el trato es que apenas llegue a la casa, dejar lo que estamos haciendo y la consigna sea divertir al abuelo.

Hace dos días recibimos una llamada, el abuelo había salido de su pueblito para cobrar su pensión de jubilado y el auto en que iba se ha salido de la carretera, ha dado tres vueltas de campana y chocado contra un muro. El chofer que estaba ebrio ha fallecido, los otros dos están muy graves, pero el abuelo salió casi ileso, solo con una contusión en la cabeza y todo el cuerpo adolorido. Mi padre viajó inmediatamente para verlo, lo encontró en buen estado, contando cómo fue su accidente y también para oír una historia muy extraña, la canasta de huevos que llevaba el abuelo estaba completamente entera, después de tremenda volcadura no hay un solo huevo roto. Aquella canasta se lo había dado una de sus mujeres del pueblo, pero para el abuelo le parecía muy sospechoso de que aquellos huevos no hayan sufrido un solo rasguño mientras que él tenía la frente hinchada y los brazos llenos de moretones.

Mi padre llego esta mañana y conversábamos en el desayuno, mientras me contaba vi que mi madre puso unos deliciosos huevos fritos en la mesa: “Y que milagro que hoy hicieron huevos fritos” dije muy sorprendido, mi padre solo sonríe y me dice: “Son los huevos que se salvaron del accidente del abuelo, dice que están embrujados y no los quiso”. El abuelo no solo nos había dado una razón más para reírnos un poco este domingo saludable, sino que también nos había dado un desayuno de primera. Gracias abuelo… y que te mejores pronto.

4 comentarios:

Noelia dijo...

Que bonita historia y que personaje el abuelo aunque un poco supersticioso quizás los huevos fueron un amuleto de la suerte para él, ahora lo serán para los que lo desayunaron.

Saludos

Noe
PD Me hice un tiempo para visitar ando en deuda , ya estoy en clases y naa la medicina no deja mucho espacio.

Cesar Jack dijo...

eso quiere decir que probaste los huevos del abuelo?, jajajaja

Diamante de sangre dijo...

Vaya con el abuelo, duro de pelar, me alegro que haya salido bien del accidente, tambien los huevos, jiji.
Un besito

Belfegor dijo...

Comersele los huevos del abuelo an de ser muy ricos..