domingo, 12 de junio de 2011

HUBO ALGUNA VEZ...


Recuerdo que alguna vez tuve amigos, amigos inseparables, de esos que se juran dar la vida entre copas (siempre entre copas). Recuerdo una calle, una esquina, una esquina intransitable, recuerdo un bar de mala muerte, ebrios en todas partes, mujerzuelas a pedir de boca. Como se puede ser feliz con tan poco y en tan poco tiempo. Aquellas noches duraban enteras, solo la llegada del amanecer podían sacarnos del bar, podía quitarnos los antifaces para decirnos que apenas somos seres humanos, que necesitamos dormir para seguir respirando.

Recuerdo una mesa llena de alcohol, música a todo volumen, recuerdo confesiones no pactadas, secretos tardíos, risas explosivas entre gritos y locura. Recuerdo excesos en los baños, orgías furtivas, traiciones al noveno mandamiento que jamas serán dichos. Recuerdo que eramos amigos, que nos sentíamos indestructibles, eternos al pasar del tiempo. Que cada mes o tres meses acordaríamos un reencuentro, donde la vida haría una pausa, para soltar nuestros miedos, nuestras debilidades mas profundas, nuestros instintos mas animales. Recuerdo salir gateando de esos bares, buscando pleitos, destruyendo paisajes, ponerse de pie frente a la casa del presidente y gritarle "ladron!!" hasta despertarlo. Nos creíamos dueños del mundo, de ese mundo que inventamos con fuertes dosis de alcohol y valentía (y también algo de estupidez).

Recuerdo nombres, lugares, detalles de cada noche en que el diablo asomaba, se sentaba cerca y pedía otra ronda. Recuerdo tantas cosas esta noche, porque ahora solo me llegan recuerdos. Aquellos amigos se marcharon un día, porque hasta las promesas mas grandes pueden ser incumplidas. La vida continua, después de todo, uno siempre termina mirando hacia otro lado y sigue su rumbo. Mientras unos buscan tener una posición, otros quieren salir del hoyo, y los mas normales piensan en casarse y criar a sus hijos. Yo preferí quedarme en este lugar que ellos prefirieron dejar. Y mientras la noche hace su trabajo, el alcohol provoca sus espasmos, yo me dedique a escribir sobre lo que le hace el exceso a la memoria. Contando que hubo una vez unos dementes a quienes la vida les dio la espalda, y en señal de rebeldía... le pellizcamos el culo.

No hay comentarios: