domingo, 17 de abril de 2011

LOS SILENCIOS


Conocí a Elena en una reunión de amigos, donde los tragos siempre abundan, la música a todo volumen y los bailes exagerados. No teníamos casi nada en común, quizás solo que ambos pertenecemos a la especie humana (lo cual no podria confirmarse en mi caso). La madrugada llego y le propuse acompañarla a su casa, al final nos desviamos y terminamos en la habitación de un hotel con televisión a colores, una mesa y dos sillas. Hicimos el amor como solo dos ebrios lo pueden hacer, con mucha torpeza y grandes dosis de calentura. Al final, un enorme silencio invadió el cuarto, parecíamos dos desconocidos que se toparon por error, algo que no estaba tan alejado de la realidad. Al final ella empezó a jugar con su celular mientras yo encendía el televisor para ver pasar la noche.

En que momento los silencios en la cama son como bombas de tiempo, que destruyen toda perspectiva de futuro, toda posibilidad de hacer puentes que logren ocupar ese espacio vació, al cual no es tan fácil acostumbrarse. Nacimos para encontrarnos, pero la regla dice que debemos encontrarnos con muchas personas para al final saber elegir, pero nunca aprendemos a elegir. Y eso que importa, si de errores esta hecho el mundo. Nos esperan muchos silencios en la cama hasta que alguien pueda llegar a llenarnos el alma. Aquella noche lo pensé así, por eso tome mi ropa, apague el televisor y me marche antes que amaneciera.

Camine muchas calles, me ladraron muchos perros y hasta creo haberme quedado dormido en la banca de un parque antes de llegar a mi casa. El alcohol hace tragedias con la memoria, te inventa una personalidad que nunca existe, pero también se lleva algo de tu existencia cuando los efectos secundarios saltan a la luz. Tengo el teléfono de Elena en mi bolsillo izquierdo, dos condones en el derecho y tres billetes en la cartera, listos para quemarse el próximo fin de semana, con otro nombre, otro cuerpo desnudo... otro silencio bajo sabanas.

1 comentario:

Diamante de sangre dijo...

Todos nos encontramos con esas noches sin poder decir nada a quien tienes al lado, porque tan solo han sido dos cuerpos que tienen sexo, pero sin palabras, sin poder compartir risas, ni disfrutar tan siquiera de mirar su cuerpo desnudo...
Siempre pensamos en que otro fin de semana llegará, que tal vez nunca llegue, al menos como en el fondo, por mas que nos negamos aceptar, llegue alguien que realmente conozcamos su alma, que merezca la pena no irse sin hacer ruido.
un beso mi amigo, supongo que conocerás un alma, un adentro que te llene, una mujer que te merezca