miércoles, 30 de diciembre de 2009

UN LOBITO EN EL PARAISO


Era el cumpleaños de mi amiga Sara y no la había visto en varias semanas, es que luego de un tiempo por fin se había decidido en estar con Claudia y solamente con Claudia, así que nos alejamos un poco para que vivan su luna de miel. Pero yo siempre he creído que los cumpleaños es la mejor ocasión para ver a los amigos, es por eso que la llamo a su celular y le digo si me deja visitarla a su departamento para tomarnos unos tragos, ella acepta y voy enseguida al encuentro.

Llegue a su nuevo nidito de amor y es Claudia quien me abre la puerta, ella ya tenía referencias de mi así que no fue muy brusca la presentación, pero no solo estaban Claudia y Sara en ese departamento, cuando entre a la sala estaban cinco personas más sentadas y listas para una celebración. Sara me presentó a todas sus amigas, compramos unas cervezas y charlamos como buenos amigos entre todos, demás está decir que todas las chicas de ese lugar se habían acostado con más mujeres que yo, lo cual además de herir mi ego me hacía sentir como si estuviera en un mundo paralelo, pero me gustaba ser el nene del grupo (aunque sea el único chico del grupo). Luego de muchas bromas y mucho alcohol, una de las chicas nos invito a ir a una discoteca que recién habían abierto en Miraflores, donde casi la totalidad de los asistentes eran lesbianas. Debo confesar que esa era una de mis fantasías, estar rodeado de mujeres que se agarren a besos y caricias todo el tiempo, Sara lo sabía, por eso acepto conmigo la invitación a esa bendita discoteca. Cuando se acabaron los tragos, salimos todos y tomamos un taxi rumbo a la discoteca “Eclipses”, parecía la noche perfecta y eso que recién estaba empezando.

Apenas llegamos a la discoteca mis ojitos parecían brillar como luces de navidad, era cierto, ese lugar estaba repleto de chicas guapas y cachondas, eran pocos los chicos gay, casi no había ninguno. Apenas cruzamos la puerta una mujer de un escote esplendido me saco a bailar, ante un escote así, es difícil negarme, tomando en cuenta que yo no sé bailar, pero como decirle que no a esa chica si estaba de película. Lo malo que apenas empezamos a bailar me preguntó si había venido con novio, le dije que solo vine con unas amigas, y fue ahí que me dijo que a su primo le había gustado, que ella me saco a bailar pero que en realidad desea que yo me tomara unas copas con su primo que estaba sentado en la barra. Voltee solo de curiosidad y no podía creerlo, aquel primo era muy guapo, parecía un modelo de televisión. Debo confesar que me sentí halagado que un tipo así se haya fijado en mí, creo que hasta por unos segundos había deseado ser gay para irme con ese chico a su departamento (imaginen lo guapo que estaba el condenado). Pero con la naturaleza no se puede ir en contra, a mi me encantan las mujeres y eso no es negociable por nada del mundo, así que deseche la propuesta y me fui a la mesa con mis amigas.

Estando ahí se nos acercaron más chicas, cada una más linda que la otra, en total éramos como doce personas pasándola bien, lo inevitable era que todas las chicas ahí presenten me preguntaban si yo era gay, cuando les decía que no, venia la pregunta más incomoda: “entonces que haces aquí??”, yo les decía que era el cumpleaños de Sara y yo voy a donde ella me lleve. Curiosamente dejaron de hacerme esas preguntas cuando ya les empecé a decir que era bisexual (estaba rodeada de mujeres, así que no había peligro). La noche transcurrió tranquila, con mucho alcohol y diversión, yo ya había visto más de la cuenta y estaba satisfecho, vi mujeres cachondas en cada rincón del salón, en el baño y los pasadizos oscuros, pensé que eso era lo único que me faltaba ver a mis cortos veintidos años, en resumen, era el tipo más feliz del mundo.

Pero la noche no terminaba, tomamos un taxi para seguir la fiesta en el departamento de Sara, donde mientras pasaban las horas, cada pareja se iba retirando a buscar un lugar donde desfogar sus pasiones, Sara y Claudia fueron las primeras que se fueron al dormitorio, luego las siguieron Verónica y Sheyla y las demás tambien, solo quedábamos yo, Sofía y un vino. Con lo que pude comprobar que el alcohol hace olvidar a las mujeres de que son lesbianas, o hace recordar a las lesbianas de que son mujeres después de todo. Porque al final, para pasarla bien, solo hacen falta dos. Además yo, con alcohol o sin alcohol, seguía siendo un lobito feroz…Salud.

3 comentarios:

Nanika Nails dijo...

SALUDDDDDDDDDDDDDDDD POETTA!!!!! PARAISO O INFIERNO??? JEJEJ BESOS Y MORDIDAS

Unknown dijo...

Fue un paraiso, de aquellas que no se olvidan facilmente jeje.
Un beso Vampi, que gusto volver a tenerte por aqui.

Cesar Jack dijo...

rayos asi si vale salir con todas ellas sin importar que sean lesbianas