sábado, 29 de agosto de 2009

LA CHICA DE LA FOTO


Terminando las clases cada viernes, los chicos y yo solíamos reunirnos en un bar llamado “Los Churres”, no era que este bar sea el mejor de todo Lima, ni que los precios sean baratos, sino que el bar estaba muy cerca del lugar donde estudiábamos y también que el lugar tenía algo que nos encantaba a todos los chicos, en uno de los muros estaba el cuadro de la mujer más espectacular que hayamos visto, era la modelo Alexandra Graña, actriz de telenovelas, series y hasta películas. Éramos siete chicos y esa foto enloquecía a todos, quizás una de las razones sea porque en esa foto Alexandra posaba en un bikini rojo mas diminuto que nuestra moral, incluso escogíamos siempre la misma mesa para beber, la mesa que estaba a los pies de ese cuadro tan grandioso.

Pasamos meses enteros visitando ese bar, cada viernes por la tarde era una costumbre entrar, tomar la misma mesa y saludar ese cuadro, el administrador de “Los Churres” sabia de nuestra debilidad, incluso también reconoció que ella era la mujer más espectacular que haya visto. Parecíamos unos locos fetichistas que no tenían mejor cosa que hacer que venerar un cuadro, pero nosotros no éramos ningunos “nerds”, cada uno de nosotros teníamos nuestros pecados, incluso a algunos nos podrían dar algunos meses de cárcel (y no exagero), solo que hasta el hombre más ruin puede rendirse ante tamaña belleza. Pero todos coincidíamos en que Alexandra era la chica perfecta para hacerle el amor durante tres meses seguidos, pues es el tope máximo que se le daba a una mujer para tenerla al lado, porque no queríamos casarnos con ella, ni siquiera ser novios, solo queríamos hacerle el mejor homenaje a su belleza, que es hacerle el amor por noventa días y noventa noches. Y que me disculpe Alexandra, pero es el mejor piropo que le puede hacer un macho de sangre caliente y mente atrofiada (aquí tampoco exagero).

Pero los cuentos de hadas tampoco son eternos, estando con mi amigo “Vitarte” buscando algunas piezas de computadoras, revisando las características de un aparato, alguien entra a la tienda y pasa por mi lado, mi amigo la reconoció al instante, me jalo del hombro y me dijo: “Ahí esta Alexandra Graña”, cuando voltee esperando ver un monumento, estaba ella, sin tacos, con un jean que no le hacía gracia, una blusa hippie que ocultaba todo lo que una mujer como ella está en la obligación de mostrar y por último, sin maquillaje. El comentario de mi amigo lo dijo todo: “Carajo, no se parece en nada a la del cuadro”, Tal vez la idealizamos demasiado (como evitarlo, tenemos la mente atrofiada), probablemente no la vimos en su mejor estado (no era su culpa, ella no sabía que se iba a topar son sus fans mas pervertidos aquel día) o quizás, esta es mi teoría más fuerte, esperábamos verla siempre en tacos altos y con ese bikini rojo tan pequeño como nuestra moral (les dije que no exageraba respecto a nuestra salud mental).
En fin, aquellas tarde, nos reunimos en el mismo bar, pedimos seis cervezas y al contar sobre lo que vimos en la tienda, les rompí el corazón a todos. Respetamos un minuto de silencio, pedimos que nos cambien de mesa y el administrador prometió que mañana mismo cambiaria de cuadro. Y después de la cerveza numero veinte, todos estuvimos de acuerdo en que solo le haríamos el amor a Alexandra durante ochenta y nueve días… Salud.

1 comentario:

Cesar Jack dijo...

mis respetos ustedes si que son unos enfermos, jajajajajaja.