FRASES MEMORABLES II

Manuel se siente atraído por su prima, por sus buenas piernas, sus pechos apetitosos y sus caderas anchas. A decir verdad, todos en esa reunión nos sentimos atraídos por su prima, pero nadie se lo dice, excepto yo que no puedo con mi mala educación. Era medianoche y estábamos celebrando el cumpleaños de Manuel, la música iba a todo volumen y hasta los que no sabíamos bailar estábamos moviéndonos al ritmo de la canción, producto de tanto alcohol.
En la reunión también conocí a Raquel, la vecina de mi amigo, algunos años mayor que yo, pero muy divertida, gran bebedora y bailarina, le gustaba las bromas, sobre todo en doble sentido y algunas veces hasta en triple sentido (han oído de esas?). La fiesta andaba muy entretenida, mis demás amigos también intentaban emparejarse con alguna amiga del dueño de la reunión.
En un momento de la fiesta Manuel se me acerca y me confiesa que ha besado a su prima en la puerta del baño, yo le digo que bien por él, que no se sienta mal y que siga con el “procedimiento regular” que es llegar hasta el final, él me dice que piensa meterse con su prima a su cuarto, mientras nadie se diera cuenta y poder saciar sus apetitos carnales, yo le digo que esta bien, que se divierta, pero que me diga si tiene un cuarto disponible para mi y para Raquel, que ya entramos en agarres y toqueteos fogosos, me dice que la habitación de su hermano esta vacía y que puedo meterme ahí, que él es un buen anfitrión y que no se diga nunca que uno de sus invitados ha salido insatisfecho de sus fiestas.
Ambos nos dimos la mano como dos camaradas, como dos piratas antes de desenterrar un tesoro, como dos futbolistas a punto de celebrar un gol. Entonces Manuel me aprieta el hombro y me suelta su frase: “Hermano, a la prima se le arrima… hasta que gima” yo le palmoteo la cara y le suelto la mía: “Y lo mismo para la vecina”.