Cuando la conocí ella tenía veinte años, trabajaba de azafata en un casino del centro de Lima, yo estaba con mi amiga Sara y ambos coincidimos en que aquella muchacha tenía el trasero más lindo de lugar (es que Sarita era una lesbiana muy cachonda). Me acerque a conversar con ella, se porto muy amable conmigo, incluso me dejo su número y teléfono, se llamaba Yolanda y vivía a veinte minutos de mi casa, le dije mi nombre de batalla y mi numero de celular para acordar una cita ese fin de semana.
Ese fin de semana no la pude llamar porque tenía otra fiesta con unos amigos, mi libidinoso amigo Oscar iba a hacer una de sus famosas fiestas con las “primas” y amigas, uno no se puede perder ese tipo de reuniones porque son como hacer un tour de una noche por Sodoma y Gomorra, nadie nuna sale insatisfecho de esos encuentros. Llame a Yolanda a la semana siguiente, quedamos en vernos en un café bar muy cerca de su trabajo, me puse mi mejor y único perfume, mi calzoncillo de la suerte y tres profilácticos en la billetera por si la misión salía redonda. Ella no tenía prisa en que la noche termine, me hablo de ella, de sus penas y sus glorias, de sus mentiras más evidentes, abrió un poco su corazón, se dejo ver como la mujer que era, vulnerable, temerosa como si pensara que el mundo acabaría mañana. Es lo mejor de sentarse a oír a una mujer, si le demuestras (o finges demostrar) que le estas prestando atención el trabajo se hace más sencillo, porque las mujeres buscan eso en un hombre, ser el centro de su atención, aun sabiendo que este hombre la quiere solo por una noche.
Los besos llegaron cuando tenían que llegar, Yolanda me dejo más que confesiones, dejo el sudor de su espalda en un cama que no era nuestra, dejo alguna lagrima recordando las cicatrices de su pasado, dejo un poco de ella sobre mí, pero yo solo existo para una noche, aunque todo lo que diga o haga demuestre que no es así. Ella me pidió que la llamara el lunes o que vaya a recogerla del trabajo los días que pueda, “Quisiera quedarme a tu lado hasta que amanezca, siento que ya te quiero Omar” me dijo mirándome muy tiernamente, yo temblé un poco de frio y quise decirle que ese no era mi nombre, pero mi naturaleza es mucho más fuerte, solo deje que se marche de la habitación del hotel mientras intentaba dormir un poco.
Nunca más la llame, incluso mi amiga Sara tampoco fue más a ese casino para que Yolanda no la meta en un interrogatorio, esto enojó un poco a Sarita porque decía que en ese casino tenía mucha suerte y hasta me había invitado un par de cenas con las ganancias de ese lugar. Con mucho esfuerzo la convencí para ir a otro casino, no sin antes prometiéndole que me portaría bien y que la única diversión que ambos tendríamos era mirarle el trasero a las azafatas y de ahí no pasaríamos, lo cual ella no supo respetar a cabalidad porque se acostó con la anfitriona del nuevo casino apenas a los tres días de pedirle su número, en fin.
Los años pasaron muy rápido, sin querer un día haciendo zapping en la tv, veo que en el programa de nuestra querida Laura Bozzo estaba una chica que se me hacia conocida con un bebe de meses de nacido entre los brazos, pidiendo al padre de su hija que se haga cargo de los gastos de leche y pañales, esa chica un poco acabada por los años era Yolanda.
Es sabido que Laura Bozzo paga a sus panelistas para que digan mentiras en televisión, pero inmediatamente saque la calculadora para despejar mis dudas, ese niño no podía ser mío, los cuatro años y los tres condones avalaban mi defensa, estaba salvado. Pero no deje de sentir un poco de pena por aquella muchacha que quizás buscaba un refugio o alguien en quien apoyar su hombro. A veces los hombres somos muy crueles para cumplir nuestros cometidos, no sabemos lo que hay dentro de un cuerpo desnudo, solo vemos la envoltura. A la noche siguiente fui al casino donde trabajaba Yolanda para averiguar que había sido de ella, me dieron una dirección donde encontrarla, pero estando en aquella calle, me di media vuelta y me fui. Nunca mas volví a buscarla, pensé que yo sería la última persona a la que ella quisiera ver. Además, yo no estaba para salvar a nadie, es más... creo que yo mismo no merezco ser salvado.
3 comentarios:
¿Y aún sigues usando esos calzoncillos de la suerte?jajjaja
¡que gracia me hizo¡¡
MORALEJA: si vás al casino , no mires culos y vive mirando al frente, lo de atras, atrás quedó.
Un beso y FELIZ NAVIDAD
Tenia los colores de mi equipo de futbol, y como ese año habia campeonado lo llame asi :D
Pero ya no lo uso, paso al museo de la fama. jajajaja
Aqui en Peru siempre vemos la parte de atras, vivimos del pasado, por eso nuestro futuro se pone incierto jiji
Un abrazo y una feliz navidad para ti tambien.
me hubiera cagado de risa verte en el banquillo de laura bozzo jajajaja.
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