Es viernes por la noche y mi amigo Fabián ha prometido irme a recoger al trabajo, luego de eso comprar algo de comida, quizás unos tragos y después quedarnos en su departamento de soltero. Aquel día el trajín fue muy fuerte, pero tenia ganas de salir y relajarme un poco. Ya es medianoche y Fabián llega con su auto a recogerme, nos detuvimos en un grifo a comprar unas cervezas pero recién me entero que hay una ley que prohíbe la venta de alcohol después de las once de la noche. Pienso que prohibir la venta de alcohol es de maricas, nadie tiene derecho a decirte que es lo que puedes y lo que lo no puedes tomar, ni siquiera los médicos. Mi amigo Fabián es de los que no conoce mucho la calle, pero yo si, por eso lo llevé a un lugar donde si nos iban a vender cerveza. Era una esquina no tan concurrida, también había un restaurant donde vendían unas hamburguesas fabulosas. Compramos unas latas de cerveza bien heladas y unas “Super Royal” que se veían riquísimas.
Antes de ir al depa de Fabián, le pedí pasar un rato por la playa. Eran casi la una y en el auto se oía a Fito Paez a todo volumen, las carreteras lucen mas vacías de madrugada, como si a nadie le gustara pasar por ahí. A mi me relaja oír el sonido de las olas, es casi tan parecido a sentir mis latidos, cuando la marea golpea las rocas es como un diástole y el sístole llega cuando las olas regresan a su punto de origen, nunca me cansare de estar en ese lugar, aunque sea por unos minutos.
Ya son las dos de la mañana y llegamos al departamento de Fabián. Estacionó su coche al frente sin el menor temor a ser asaltado, ese era otro barrio, por eso se mudo hasta tan lejos. Estando adentro comimos un poco y abrimos las cervezas. Hablamos de fútbol, de la familia, del trabajo y también de mujeres. Mi amigo quería saber si podía llamar a un par de amigas para pasarla bien en su depa, pero yo ya no hago eso, mejor dicho, ya no tengo ánimos de hacer eso, solo quería estar acompañado de alguien y pasar el menor tiempo posible conmigo mismo. Luego de beber algo Fabián me contó sus planes, que por alguna razón también se volvieron mis planes, reímos un poco, recordamos aquellos momentos de nuestra niñez que pensé ya había olvidado, hicimos un pacto de caballeros, donde ninguno de los dos dejaría solo al otro si las cosas se pusieras feas. Luego de un rato Fabián se quedó dormido debido a tanta cerveza.
Son las cinco de la mañana y me encuentro en el balcón de su departamento, con una cerveza en la mano viendo las calles vacías, solo hay un patrullero que da vueltas cada quince minutos, el cielo se va poniendo claro, el aire va perdiendo su pureza y aquella lata permanece casi llena. Imagino tu llegada una tarde de Julio, con aquella chamarra roja que te regalé cuando partiste a tu país, diciéndote que te llevas algo más que una chamarra, te llevas mi corazón. Cuanta falta me haces en los silencios, como duele no saber de ti, ni recibir una llamada, no se cuanto durará esta agonía que no está dejando ni escombros de lo que antes fui. Son la siete de la mañana y una llamada al celular nos despierta, me informan de un terremoto en Chile… y solo por instante te olvidé.
Antes de ir al depa de Fabián, le pedí pasar un rato por la playa. Eran casi la una y en el auto se oía a Fito Paez a todo volumen, las carreteras lucen mas vacías de madrugada, como si a nadie le gustara pasar por ahí. A mi me relaja oír el sonido de las olas, es casi tan parecido a sentir mis latidos, cuando la marea golpea las rocas es como un diástole y el sístole llega cuando las olas regresan a su punto de origen, nunca me cansare de estar en ese lugar, aunque sea por unos minutos.
Ya son las dos de la mañana y llegamos al departamento de Fabián. Estacionó su coche al frente sin el menor temor a ser asaltado, ese era otro barrio, por eso se mudo hasta tan lejos. Estando adentro comimos un poco y abrimos las cervezas. Hablamos de fútbol, de la familia, del trabajo y también de mujeres. Mi amigo quería saber si podía llamar a un par de amigas para pasarla bien en su depa, pero yo ya no hago eso, mejor dicho, ya no tengo ánimos de hacer eso, solo quería estar acompañado de alguien y pasar el menor tiempo posible conmigo mismo. Luego de beber algo Fabián me contó sus planes, que por alguna razón también se volvieron mis planes, reímos un poco, recordamos aquellos momentos de nuestra niñez que pensé ya había olvidado, hicimos un pacto de caballeros, donde ninguno de los dos dejaría solo al otro si las cosas se pusieras feas. Luego de un rato Fabián se quedó dormido debido a tanta cerveza.
Son las cinco de la mañana y me encuentro en el balcón de su departamento, con una cerveza en la mano viendo las calles vacías, solo hay un patrullero que da vueltas cada quince minutos, el cielo se va poniendo claro, el aire va perdiendo su pureza y aquella lata permanece casi llena. Imagino tu llegada una tarde de Julio, con aquella chamarra roja que te regalé cuando partiste a tu país, diciéndote que te llevas algo más que una chamarra, te llevas mi corazón. Cuanta falta me haces en los silencios, como duele no saber de ti, ni recibir una llamada, no se cuanto durará esta agonía que no está dejando ni escombros de lo que antes fui. Son la siete de la mañana y una llamada al celular nos despierta, me informan de un terremoto en Chile… y solo por instante te olvidé.
2 comentarios:
Pacto entre amigos en la soledad nocturna....y el recuerdo que llega envuelto en el silencio de la noche con la luz tenue del amanecer.
Será dificil olvidarla...aun es tu estrella.
Un beso
es el relato mas marica que has podido contar.
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