jueves, 26 de noviembre de 2009

POLIZA DE SEGURO PARA AMANTES ??


Si yo aun sigo vivo no es solo cuestión de suerte, has muchas medidas de seguridad que he ido tomando con el pasar de los años, la primera regla que trato de no romper es no acostarme con la mujer de alguien que manipula armas de fuego (policías, vigilantes, asaltabancos etc.). Otra de las reglas es no usar mi nombre verdadero, así cuando los amigos de un novio celoso preguntan por un tal “Omar”, nunca llegaran a dar conmigo. Otra de las reglas fundamentales es no ir contando a diestra y siniestra con quien me acosté la noche anterior o con quien me pienso acostar el día siguiente. Algo que mi amigo Carlitos no supo entender y por poco le cuesta la vida.


Carlitos es uno de esos tipos que en el ambiente llamamos “peneloco”, alguien que se tira a la piscina sin preguntar si tiene agua o no, alguien que nunca pregunta en qué trabaja el marido de la chica a quien piensa conquistar o lo que es peor, no preguntar quién es el papa de la adolescente a quien le puso la puntería (dios me libre de las adolescentes). Fue por eso que cuando apenas le robo un beso a Marielita, una muchacha muy linda de la cuadra, fue a contárselo a sus amigos, estos aplaudieron su audacia pero a la vez corrieron la voz, la historia tuvo varios receptores, y uno de ellos fue el padre de Marielita que es un tipo con quien nadie, lean bien, nadie desea toparse.


Una noche que Carlitos llegaba de clases, un auto que lo iba siguiéndo se estaciona por delante y por la ventana sale el papá de Marielita con una cara de pocos amigos y le dice: “Sube, tenemos que hablar”, Carlitos medio asustado se rehusó a subir, “Sube o yo mismo te hago subir a patadas” le dijo el padre en tono más enfadado, Carlitos subió ya sin mayores reclamos resignado a que tal vez ese iba a ser su último viaje en auto. El padre enfurecido lo lleva al lugar más alejado del distrito, recorrió como ochenta calles para al fin estacionarse en un campo abierto de donde solo se ven las luces de las casas abajo a lo lejos. Ahí se podía oír un balazo y nadie iba a hacer nada por él, Carlitos lo entendió así y empezó a temblar. El padre de Marielita le encaró sus ganas de jactarse por haberle robado un beso a su hija, a lo que Carlitos saco la única carta que tenía en la manga, “Señor yo amo a su hija” le dijo mientras intentaba mirar a los ojos a esa fiera enardecida, “Cállate Conch… si no quieres que te reviente aquí mismo” le grito el padre, la última carta de Carlitos estaba jugada y lo único que quedaba era resignación. El padre botaba humo por la boca cuando le hablaba, le dijo que se olvide de su hija, que no la busque, que no la llame y ni siquiera la nombre en ninguna circunstancia, porque si se enteraba que lo hacia lo iba a despedazar con sus propias manos y su cuerpo iba a aparecer en ese mismo campo donde ahora se encontraban. Carlitos acepto el acuerdo unilateral y cerrado el trato fue echado del auto, quedándose solo en ese campo arenoso y oscuro, donde quizás ya habrían sido enterradas otras personas, porque ese lugar era tierra de nadie.


Carlitos recorrió toda la distancia de regreso lleno de miedo, aquellas calles no eran nada tranquilas y él tenía que cruzarlas caminando y sin pestañear. Cuando lo vieron llegar no quería hablar, incluso no hablo con nadie durante cuatro días, sobre sus ojos se podía notar síntomas de pánico y desconfianza, era evidente que una parte de Carlitos ya había sido asesinada y enterrada en aquel campo arenoso. A la semana siguiente me buscó para hablarme de aquel incidente con lujo de detalles, yo no podía contener la risa, era increíble lo frágil que podría ser la vida en esas circunstancias, como un impulso natural por una mujer podría terminar en tragedia que nos costaria la existencia. Carlitos me hablo de una “póliza de seguro para amantes”, que hay que estar preparado para lo peor en este pasatiempo del pecado y demás placeres carnales. Lo tome del hombro, porque estaba temblando, le explique que la vida del amante siempre fue muy corta, que el detalle no está en pensar a futuro, sino en gozar del presente, es para lo que nacimos y morimos. Además, le dije: “Lo que tú necesitas por ahora no es una póliza... lo que tú necesitas son pañales”.

1 comentario:

Cesar Jack dijo...

jajajaja, ese trabajo de ser amante es solo pa inteligentes pes man, sino mejo quedate tranquilo con tu chesu y n el baño jajajaja.