Son casi las diez de la noche y quedé en encontrarme con Gisela y sus amigas en la estación Noria, el día anterior me invitaron al cumpleaños de una de ellas, se iba a celebrar en una discoteca de Las Lomas de Chapultepec. Estaba lloviendo y se me hizo tarde, nunca puedo llegar a tiempo a ningún lado y en este país no podía ser la excepción. Gisela ya esta con su auto esperándome, me presenta como su novio para marcar su territorio, en el auto esta una de sus amigas, Carmen, una chica muy guapa, de cabello ensortijado y un perfume que me excitaba.
El plan era este, ir recogiendo a cada una de las amigas de Gisela, para luego ir rumbo a la discoteca, debían estar todas juntas porque solo una de ellas conocía el camino para llegar. Yo no conocía mucho el DF de noche, así que me pareció una linda oportunidad para ver el panorama nocturno de esta ciudad tan linda pero peligrosa. Ya es casi las once y solo falta recoger a una amiga, Claudia. Pero para nuestra mala suerte Claudia ya no estaba en el lugar que se había pactado, al parecer se canso de esperarnos y se fue por su cuenta. Lo mas grave del asunto es que la única persona que sabia como llegar a ese lugar, era precisamente la dulce Claudia. Cosas de mujeres. Entonces, estábamos en el auto, cuatros mujeres que no tenían ni la mas remota idea de cómo moverse en la ciudad y un idiota distraído, que era yo, que nunca aprendió a movilizarse en nada que no sea el metro, esto parecía un capitulo de La Isla de Gilligan en versión mexicana.
Pero no todo estaba perdido, como en tantos casos en que una mujer se siente inútil e improductiva, no hay mejor salida que recurrir a la ayuda de un hombre. Fue la misma Carmen la que llamo a su novio para que guiara a Gisela que iba en el volante, mediante un mapa de calles, iba diciéndole que camino tomar y donde poder girar para llegar a nuestro destino. No les miento al decir que transcurrieron dos horas entre llamadas guía, vueltas en circulo, gritos de histeria, propuestas de quedarnos en cualquier bar a embriagarnos, propuestas indecentes en hacer camas redondas (ese fui yo), hasta alguna decía que mejor regresar cada uno a sus hogares porque ya les daba sueño. Pero al fin pudimos llegar, frente a nosotros estaba la discoteca “Las Lomas”. Había llegado el momento de pasarla bien, ya era hora. Pero yo me ponía a pensar… y ahora como será el camino de regreso.
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