Cuando tenia cinco años quería ser mecánico cuando sea grande, mis amigos querían ser doctores, ingenieros y abogados, luego cuando tenía diez años quería ser veterinario, mis amigos querían ser futbolistas, cantantes o actores de cine. Pero los años te dan sabiduría, también algo de locura, cuando cumplí quince años yo quería ser un gigoló mantenido por una mujer mayor y deseosa de sexo, lo raro es que todos mis demás amigos querían ser lo mismo.
Parece que todos nos unimos en un mismo sueño a cierta edad, en un mismo final para nuestra historia, como si la rueda nos uniera en algún momento del camino. Y a cierta edad andamos buscando lograr ese objetivo. Muchos de nosotros lo hemos encontrado, experimentamos esa sensación tan agradable, pero a la vez pasajera, pues nada dura para siempre. Pero nos damos el gusto y podemos usarlo como una buena experiencia para futuras relaciones.
Cuando somos adultos y tenemos una mejor visión del mundo, se nos ocurren ideas serias pero un poco menos interesantes, yo quería ser psicólogo, mis amigos querían ser maestros, técnicos de marketing, otros querían tener un restaurante, una discoteca o una tienda de ropa. Algunos se casan, otros tienen hijos y otros prefieren la vida libre de toda culpa.
Lo curioso es que cuando envejecemos, volvemos a la vieja idea de que ojala algún día podamos encontrar a una mujer deseosa de sexo (pero ahora mucho menor que nosotros) y si nos mantiene, mucho mejor. Inventamos el calificativo de “viejo verde” para disculpar nuestros bajos instintos, volvemos al punto de encuentro en la rueda de la vida, todos los viejos deseamos eso, solo que no lo decimos para no parecer seniles. Entonces me pongo a pensar de lo pegado que esta el mundo al sexo. Como el sexo puede mover al mundo y en muchos casos mandarlo al diablo.
Parece que todos nos unimos en un mismo sueño a cierta edad, en un mismo final para nuestra historia, como si la rueda nos uniera en algún momento del camino. Y a cierta edad andamos buscando lograr ese objetivo. Muchos de nosotros lo hemos encontrado, experimentamos esa sensación tan agradable, pero a la vez pasajera, pues nada dura para siempre. Pero nos damos el gusto y podemos usarlo como una buena experiencia para futuras relaciones.
Cuando somos adultos y tenemos una mejor visión del mundo, se nos ocurren ideas serias pero un poco menos interesantes, yo quería ser psicólogo, mis amigos querían ser maestros, técnicos de marketing, otros querían tener un restaurante, una discoteca o una tienda de ropa. Algunos se casan, otros tienen hijos y otros prefieren la vida libre de toda culpa.
Lo curioso es que cuando envejecemos, volvemos a la vieja idea de que ojala algún día podamos encontrar a una mujer deseosa de sexo (pero ahora mucho menor que nosotros) y si nos mantiene, mucho mejor. Inventamos el calificativo de “viejo verde” para disculpar nuestros bajos instintos, volvemos al punto de encuentro en la rueda de la vida, todos los viejos deseamos eso, solo que no lo decimos para no parecer seniles. Entonces me pongo a pensar de lo pegado que esta el mundo al sexo. Como el sexo puede mover al mundo y en muchos casos mandarlo al diablo.
3 comentarios:
mmmmmmmmm Aguantado!!!
Que interesante tu apreciación de la mujer...
No lo tomes a mal Mistik, es que a veces es bueno soltar las palabras para relajarse un poco.
La mujer anda en un lugar tan alto, tan alto... que a veces es bueno traerla a nivel del mar, para sentirnos parejos.
un beso.
Y lee mi otro blog si tienes tiempo
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