"Las cosas pasan por algo" es lo que me decía mi amiga Lucia mientras le confesaba mis tragedias, es la frase que mas odio, porque suena a resignación, a no saber que mas decir cuando ya estas jodido, y a nadie le gusta estar jodido. Pero en fin, Lucia es mi amiga y aunque odie su frase, quiero todo lo demás que ella tiene. Pero todavía no podía terminar de creer lo que me paso aquella noche.
Estaba bebiendo unas copas con los amigos luego de un partido de futbol, no hay nada mejor que unas cervezas bien heladas luego de un trajín agotador. Las bromas iban y venían, las botellas también, las anécdotas de hombres que suelen exagerarse en tardes como esta, los súper poderes que nos adjudicamos aduciendo que siempre tenemos el sartén por el mango. Pero lo que suele pasar en esas tarde de tragos con los amigos, es que a una determinada hora, todos empiezan a coger su celular para llamar a una "amiguita", pues las copas que han bebido le han despertado el semental que tenían dentro. A todos les dio ganas de tirarse un polvo y querían saber a quien llamar para saciar su apetito. La reunión termino a las 4 de la tarde y cada uno cogió su mejor destino.
Ya de camino a mi casa, yo también estaba algo calentón y no sabia con quien desfogarme. Pero por esas cosas del destino me tope con Mercedes, una chica que siempre le gusto la idea de estar conmigo, pero nunca se dio la ocasión, quizás porque no me gustaba tanto o tal vez porque nunca me ha gustado las cosas fáciles (nuestro instinto de cazador suele predominar a las demás leyes de la naturaleza), pero en esta ocasión yo estaba ebrio y cualquier cosa podía pasar. Entonces sin mostrarme tan desesperado y con algunos coqueteos, pacte un encuentro carnal con Mercedes a las siete de la noche, hora en que salía del trabajo.
No pude esperar que pasara el tiempo, llegue a mi casa, comí algo y me metí a la ducha para relajar el cuerpo, me afeite, me eche un shampo especial y me estaba echando una colonia nueva que me recién había comprado. Luego de eso me disponía a vestirme, me había puesto una camisa celeste, unos zapatos negros y un pantalón del mismo color, cuando me disponía a abrocharme el pantalón me recosté sobre la cama y ..... ya no recuerdo mas.
Supongo que era tanto el cansancio y las copas (estaba muy ebrio), que al ponerme en posición horizontal hizo que todos mis músculos se durmieran sin pedir el menor permiso. Solo recuerdo que desperté con el ruido de los gatos corriendo por mi techo, al fijarme el reloj eran las 9 de la noche !!. Estaba desorbitado, no sabia como reaccionar, el cansancio me había jugado una mala pasada y me había perdido de una noche de sexo, lujuria y quien sabe que otras cosas mas (Mercedes tenia fama de ser una amante muy traviesa). No dejaba de maldecir mi mala suerte, perdi la guerra sin siquiera haberla empezado, me senti herido en mi orgullo y sobre todo frustrado en mi hombria. Entonces no encontré mejor remedio que salir a caminar por las calles oscuras, buscando explicaciones y entre ese paseo me tope con mi amiga Lucia que sentada a mi lado, con un cigarrillo en la mano y mirándome la cara de tonto insatisfecho me decía: "Las cosas pasan por algo", yo masticando la bronca por la noche intensa que había perdido, le decía soltando una sonrisa: "No me jodas".
Estaba bebiendo unas copas con los amigos luego de un partido de futbol, no hay nada mejor que unas cervezas bien heladas luego de un trajín agotador. Las bromas iban y venían, las botellas también, las anécdotas de hombres que suelen exagerarse en tardes como esta, los súper poderes que nos adjudicamos aduciendo que siempre tenemos el sartén por el mango. Pero lo que suele pasar en esas tarde de tragos con los amigos, es que a una determinada hora, todos empiezan a coger su celular para llamar a una "amiguita", pues las copas que han bebido le han despertado el semental que tenían dentro. A todos les dio ganas de tirarse un polvo y querían saber a quien llamar para saciar su apetito. La reunión termino a las 4 de la tarde y cada uno cogió su mejor destino.
Ya de camino a mi casa, yo también estaba algo calentón y no sabia con quien desfogarme. Pero por esas cosas del destino me tope con Mercedes, una chica que siempre le gusto la idea de estar conmigo, pero nunca se dio la ocasión, quizás porque no me gustaba tanto o tal vez porque nunca me ha gustado las cosas fáciles (nuestro instinto de cazador suele predominar a las demás leyes de la naturaleza), pero en esta ocasión yo estaba ebrio y cualquier cosa podía pasar. Entonces sin mostrarme tan desesperado y con algunos coqueteos, pacte un encuentro carnal con Mercedes a las siete de la noche, hora en que salía del trabajo.
No pude esperar que pasara el tiempo, llegue a mi casa, comí algo y me metí a la ducha para relajar el cuerpo, me afeite, me eche un shampo especial y me estaba echando una colonia nueva que me recién había comprado. Luego de eso me disponía a vestirme, me había puesto una camisa celeste, unos zapatos negros y un pantalón del mismo color, cuando me disponía a abrocharme el pantalón me recosté sobre la cama y ..... ya no recuerdo mas.
Supongo que era tanto el cansancio y las copas (estaba muy ebrio), que al ponerme en posición horizontal hizo que todos mis músculos se durmieran sin pedir el menor permiso. Solo recuerdo que desperté con el ruido de los gatos corriendo por mi techo, al fijarme el reloj eran las 9 de la noche !!. Estaba desorbitado, no sabia como reaccionar, el cansancio me había jugado una mala pasada y me había perdido de una noche de sexo, lujuria y quien sabe que otras cosas mas (Mercedes tenia fama de ser una amante muy traviesa). No dejaba de maldecir mi mala suerte, perdi la guerra sin siquiera haberla empezado, me senti herido en mi orgullo y sobre todo frustrado en mi hombria. Entonces no encontré mejor remedio que salir a caminar por las calles oscuras, buscando explicaciones y entre ese paseo me tope con mi amiga Lucia que sentada a mi lado, con un cigarrillo en la mano y mirándome la cara de tonto insatisfecho me decía: "Las cosas pasan por algo", yo masticando la bronca por la noche intensa que había perdido, le decía soltando una sonrisa: "No me jodas".
1 comentario:
Solo tengo una palabra para ti:
¡LOOSERRRRR!
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